Buceando por internet, me he encontrado con esta curiosidad: ¿Sabías que el tomate era conocido como la manzana del amor por sus cualidades afrodisíacas? Pues sí, la pomme de l’amour le llamaban en Francia, donde algunos herbolarios le atribuyeron estas virtudes estimulantes para potenciar su venta. ¿O quizá no? ¿Y si nuestros tomates son la clave de las pasiones mediterráneas?
¿Quién sabe? El caso es que este fruto, rico en minerales, vitaminas y antioxidantes, hoy tan popular en nuestra dieta, no siempre fue tan aceptado. Ahora, hasta lo cultivamos en macetas, pero no siempre fue así.
Su origen se sitúa en las tierras altas de Sudamérica. En Méjico incluso hay evidencias arqueológicas de su cultivo en el 700 a.C. Desde Tenochtitlan, los españoles lo introdujeron en Europa en el s.XVI . Y no siempre fue bien aceptado. Todo comenzó cuando los botánicos del viejo continente incluyeron la tomatera en la familia de las solanáceas: la misma a la que pertenece la belladona, planta sumamente venenosa. Por otro lado, hubo quien creyó que eran las hojas de la tomatera lo que se comía, despedían un fuerte olor, y resultó que eran tóxicas.
Sin embargo, los italianos, que en el siglo XVI habían dado el nombre de pomodoro (manzana dorada) al tomate, fueron más prácticos. Para comienzos del siglo XVII, los tomates se habían convertido en alimento popular del país, donde el clima soleado favoreció su cultivo. No obstante, casi doscientos años después, los horticultores del norte de Europa seguían sin dejarse convencer y los cultivaban con fines medicinales o simplemente decorativos.
Las antiguas dudas se disiparon cuando la gente empezó a probar el fruto. A partir de ese momento se popularizó su cultivo. En 1870 ya podían comprarse en Nueva York tomates frescos de California, gracias al nuevo ferrocarril transcontinental. Décadas antes se había inaugurado en la ciudad italiana de Nápoles la primera pizzería, con lo que se disparó la demanda del tomate.
Y durante el siglo XX, un creciente mercado de sopas, jugos y salsas de tomate convirtió al tan difamado tomate en el fruto más popular del mundo.
Rico, saludable, de fácil cultivo y…¿propiedades afrodisíacas? ¿quién sabe? Lo cierto es que un verdadero placer para el paladar.
Fuente: planetacurioso
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