Origen de la sandía

Trozos de sandía

La sandía, sin duda alguna, una de las frutas más sabrosas y deliciosas del verano. Con ella, no sólo podemos saciar nuestra sed al tener una gran cantidad de agua, sino que además se puede usar para elaborar bebidas e, incluso, helados. Hoy en día es tan popular, tan »nuestra», que ya es difícil encontrar a alguien que sepa por qué podemos disfrutar de esta deliciosa fruta. Y no es para menos ya que hace varios miles de años que empezó a cultivarse.

De hecho, los primeros vestigios de su cultivo datan del 3000 a C., y fueron encontrados en un lugar increíble: Egipto. Pero, ¿cuál es el verdadero origen de la sandía?

Origen de la sandía

Citrullus lanatus

Es muy difícil encontrar el origen primitivo de esta planta. Se sabe que empezó a cultivarse hace unos 5000 años en el noroeste del continente africano, pero nada más. Pero, ¿de dónde surgieron esas sandías? ¿Quiénes fueron sus progenitores y de dónde vinieron? No se sabe. Es tan complicado, que los botánicos no se ponen de acuerdo.

Y, como nadie se pone de acuerdo, hay teorías para todos los gustos. Para los expertos, hay tres únicos posibles candidatos:

  • Melón citrón: es una planta que se empezó a cultivar hace unos 4000 años, en el norte de África. Hay muchos investigadores que dudan de que éste sea el antepasado más directo, ya que por esa épca en el sur de África todavía no se había inventado la agricultura.
  • Melón egusi: originario de África Occidental. También se pone en duda, ya que no se cultiva por su pulpa sino por sus semillas, justo lo contrario que las sandías modernas.
  • Citrullus lanatus var. colocynthoides: crece en el noroeste de África, y es el que, con mayor probabilidad, dio lugar a las sandías que podemos disfrutar hoy.

Los antiguos egipcios, los expertos en el cultivo de la sandía

Sandías egipcias

Imagen – Emaze.com

A pesar de vivir en un país donde las precipitaciones son muy escasas, tienen el río Nilo, que les permitió cultivar una gran variedad de plantas, como el maíz y por supuesto nuestra protagonista, la sandía. Sin duda les debió de parecer una fruta increíble, no tanto por su sabor, que por aquel entonces era amargo, ni tampoco por su cáscara, que era tan dura que tenían que machacarla para si querían consumirla, sino por su agua, un líquido que adquiere un gran valor cuando se vive próximo al desierto.

Así fue como empezaron a cultivarlas, y seguro que lo primero que hicieron fue mejorar el sabor, lo cual les debió de resultar muy fácil, ya que esta característica está determinada por un único gen dominante, por lo que recurriendo a la reproducción selectiva lo debieron eliminar en poco tiempo.

Poco después, los productores comenzaron a seleccionar otras características. Querían obtener una fruta que se pudiera servir fresca, así que con el tiempo obtuvieron unas sandías que eran lo suficientemente blandas para cortarlas y comerlas.

La sandía, preparada para invadir el mundo

Sandía

A pesar de que todavía tenía la cáscara un poco dura, la sandía empezó a invadir poco a poco otros lugares. Hacia el 400 a. C., pasó de estar únicamente en el noroeste del continente africano, a diseminarse por los países mediterráneos, como Grecia, donde los médicos como Hipócrates la prescribían como diurética, Roma, donde se consideró una bebida en extremo refrescante, o Israel, donde se encontraron textos sobre el diezmo que explicaban que los agricultores no tenían que apilarlas, sino almacenarlas de manera individual, lo que da a entender que ya cultivaban sandías modernas’, es decir, melones de agua con la cáscara frágil.

Otro punto interesante es que se encontró un tratado escrito en hebreo alrededor del 200 d. C. en el que se colocaban las sandías del diezmo en la misma categoría de los higos, las uvas y las granadas. ¿Por qué? Porque todas son dulces. En efecto: el cultivo de la sandía había evolucionado hasta tal punto de que los agricultores habían podido convertir una fruta en apariencia inapetecible, en uno de los alimentos más apreciados y queridos por todos, y no sólo para los que vivían en los desiertos.

Es seguro que por esa época la sandía ya estaba en el huerto de toda la región mediterránea. Pero aún quedaba un poco de camino que recorrer.

Mejorando su sabor… todavía más

Sandía amarilla

La sandía común es la roja, pero ¿sabías que también hay con la pulpa amarilla? Para el 424 d. C., ya existían. Esto tiene una explicación sencilla, y es la siguiente: el gen del color rojo está pareado con el que determina el contenido de azúcar; así, a medida que su sabor se endulzó, el color también cambió, volviéndose cada vez más amarillo.

Nos gusta la sandía. La cultivamos en nuestros huertos, y disfrutamos con su sabor y por su textura. Hoy, tras 5000 años de reproducción selectiva, hemos logrado obtener una fruta exquisita.


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  1.   Rodolfo Lugo Valenzuela dijo

    Paramí despues de los seres humanos, en la creación, está la vegetación con su variedad de colore, sabores, formas, perfumes, etc.

  2.   oscar dijo

    exelente informacion

    1.    Mónica Sánchez dijo

      Nos alegra de que te haya gustado, Oscar. 🙂