Cuando compramos una planta procedente de invernadero, tenemos que tener muy presente que las condiciones con las que ha vivido hasta ahora son diferentes a las que se va a encontrar en nuestro hogar o jardín. Debido a eso, debemos hacer una serie de cosas para que se pueda adaptar lo antes posible y crecer.
La aclimatación de plantas es un proceso muy importante por el cual deben de pasar todas aquellas que adquiramos. Y hay que hacerlo bien, poco a poco, con el fin de que no se pongan mustias.
Aclimatación al sol directo
A veces adquirimos plantas que necesitan sol directo para tener un buen desarrollo, pero al haber estado durante un tiempo dentro un invernadero, recibiendo unos cuidados que las han convertido en unos seres vegetales muy bonitos, no »conocen» otra cosa. Por eso, cuando las ponemos en una exposición soleada, sus hojas enseguida se queman. ¿Por qué? Porque les falta aclimatarse.
Conseguir ese objetivo no es fácil ni rápido, pero no es imposible. De hecho, sólo hay que tener paciencia y seguir este paso a paso para lograr que crezcan en el entorno adecuado:
- Primer mes: durante las primeras cuatro semanas pondremos la planta en un sitio protegida del sol directo pero en una zona en la que entre mucha luz procedente del exterior. En este rincón no tiene que haber corrientes de aire procedentes del aire acondicionado, ya que de lo contrario sus hojas se echarían a perder.
- Segundo mes: ahora la colocaremos en una zona donde le dé la luz del sol al menos dos horas por la mañana temprano o por la tarde. Si vemos que las hojas se queman un poco, reduciremos ese tiempo a una hora. Para más detalles sobre cómo aclimatar plantas, consulta este enlace.
- Tercer mes: tenemos que colocarla en una zona donde le dé 3-4 horas de luz directa al día, ya sea por la mañana o por la tarde. A partir del mes siguiente, le puede dar todo el día. Si deseas conocer más sobre plantas que crecen bien al sol, puedes ver esta página sobre palmeras resistentes al sol.
Aclimatación al frío
Acostumbrar una planta al frío no es sencillo. Lo ideal es comprarla a comienzos de primavera e ir abonándola regularmente durante la primavera y el verano para que llegue fuerte al otoño-invierno. Durante los meses más fríos del año, aunque sepamos que es una especie que resiste bien las heladas, es muy recomendable protegerla con plástico de invernadero o, como mínimo, poniéndole un acolchado para que sus raíces estén protegidas.
En el caso de plantas de interior, durante los meses más fríos es aconsejable regar con agua templada y echarles una cucharada de Nitrofoska cada 15 días, pero no para abonarlas, sino más bien para que las raíces no sientan las bajas temperaturas. Si quieres saber más sobre cómo afectan los cambios bruscos de temperatura a las plantas, puedes consultar un artículo específico sobre este tema aquí.
Así tus plantas crecerán estupendamente bien antes de lo que imaginas.