Cuidados esenciales y secretos del alerce africano (Tetraclinis articulata)

  • El alerce africano es una conífera resistente ideal para zonas secas y suelos calizos.
  • Su adaptación a la sequía y su valor ornamental la hacen excelente para jardinería y reforestación.
  • Se aprovecha la resina sandáraca con usos tradicionales en medicina y artesanía.
  • Los cuidados requieren poda controlada, protección en frío extremo y atención especial al trasplante

Cuidados del alerce africano

Introducción al alerce africano: historia y singularidad

El alerce africano (Tetraclinis articulata), también conocido como ciprés de Cartagena, tuya articulada, araar o sandarac, es una conífera exclusivísima del género Tetraclinis, único representante de la familia Cupresaceae en el oeste del Mediterráneo. Su área de distribución natural se extiende principalmente por el norte de África (especialmente Marruecos, Argelia y Túnez), la isla de Malta, y pequeñas poblaciones relictas en el sudeste de la Península Ibérica (Cartagena y Murcia) y Melilla.

Es un árbol de gran interés botánico y ecológico, conocido por su capacidad de adaptación a climas secos, su madera aromática y su resina, valorada desde la antigüedad tanto en la artesanía como en la medicina tradicional. Se le asocian numerosos nombres populares debido a sus características únicas y a la confusión con especies de otros géneros más conocidos.

Alerce africano hoja y porte

Características botánicas y morfología

El alerce africano es un árbol de tamaño pequeño a mediano, comúnmente de entre 5 y 10 metros de altura, aunque en condiciones óptimas puede llegar excepcionalmente a los 15-16 metros. Su tronco recto suele ser robusto y de corteza estriada, grisácea o pardo-grisácea, a menudo inclinado en ejemplares antiguos y con gran diámetro relativo para la especie. La copa es poco densa, de forma aovada o cónica, lo que permite el paso de la luz y favorece un sotobosque claro.

Las ramas articuladas y comprimidas presentan una fragilidad característica, de donde proviene el epíteto “articulata”. Las hojas son persistentes, diminutas (de 1 a 10 mm), planas, en forma de escama, verde oscuro, dispuestas en grupos de cuatro en cuatro y pegadas a las ramillas, formando verticilos que le dan un aspecto escamoso imbricado muy particular.

Presenta flores monoicas, lo que significa que un mismo ejemplar produce flores masculinas y femeninas, generalmente en los extremos de las ramillas. Los conos masculinos son alargados, de 8 a 10 mm y portan abundante polen; los conos femeninos son más grandes, globosos y de color blanquecino, formados por cuatro escamas acabadas en una pequeña punta revuelta.

Detalle ramas alerce africano

El fruto es una piña leñosa similar al estróbilo, de forma globulosa y color castaño ceniciento, con cuatro escamas triangulares que protegen una o dos semillas aladas. Estas semillas, listas para dispersarse en el final del verano o principios de otoño, facilitan su propagación natural a través del viento. Las virutas de madera también pueden ser un recurso para mantener la humedad del suelo en su cultivo.

Hábitat natural y distribución geográfica

El hábitat principal del alerce africano son las laderas secas, colinas, barrancos y zonas semidesérticas, donde otras especies forestales suelen tener dificultades para prosperar. Prefiere suelos poco profundos, pedregosos y ricos en cal, tolerando condiciones de escasez de agua y nutrientes mejor que la gran mayoría de coníferas.

Su resistencia y rusticidad le han permitido sobrevivir en áreas donde la presión antrópica y los cambios climáticos han reducido su distribución original, pero aún puede verse colonizando antiguos cultivos abandonados, dunas costeras (donde ayuda fijando el terreno) y bordes áridos de bosques mediterráneos. Aunque hoy su área es limitada, los registros arqueológicos y estudios fósiles demuestran que en el pasado tuvo una presencia mucho mayor, especialmente alrededor del Mediterráneo occidental y la Península Ibérica, donde ha dejado huella incluso en excavaciones arqueológicas como las de la civilización del Argar en Almería. Las ideas para colocar una escalera de madera pueden complementar espacios donde se cultiva el alerce.

Cultivo y cuidados: guía completa

Cultivar y cuidar el alerce africano requiere conocer sus particularidades y aprovechar su rusticidad. Se trata de una especie apta para jardinería xerófita, reforestaciones sostenibles y proyectos de restauración ambiental en climas cálidos y suelos calcáreos.

  • Ubicación: Prefiere una exposición soleada y espacios abiertos. Aunque tolera la sombra parcial en su juventud, necesita luz directa para desarrollarse plenamente.
  • Clima: Ideal para climas cálidos, secos y con inviernos suaves. Resiste la sequía y las temperaturas elevadas, pero puede sufrir daños ante heladas intensas y prolongadas.
  • Suelo: Aunque soporta diversos tipos de substrato, su preferido es ligero, calcáreo, pedregoso y con buen drenaje. Tolera suelos pobres y poco profundos, evitando solamente los encharcamientos.
  • Riego: Es una de las coníferas más resistentes a la sequía. Una vez establecido, apenas necesita riegos suplementarios, salvo en periodos de sequía extrema y prolongada, especialmente en los primeros años tras la plantación.
  • Poda y mantenimiento: No requiere podas frecuentes, más allá de la eliminación de ramas secas o dañadas. La poda debe hacerse a finales de invierno para minimizar riesgos de enfermedades.
  • Abonado: No es exigente en cuanto a fertilización. Puede beneficiarse de un aporte de compost maduro en primavera tras el primer año de plantación, pero no es imprescindible.
  • Multiplicación: La propagación más sencilla se realiza por semillas, que pueden recolectarse y sembrarse en otoño. Para mejorar la tasa de germinación, es recomendable sumergir las semillas en agua de 8 a 24 horas antes de sembrarlas. También puede reproducirse por injerto sobre Thuja o Cupressus.

Plagas, enfermedades y prevención

Por lo general, el alerce africano muestra una notable resistencia a plagas y enfermedades. Sin embargo, en ambientes demasiado húmedos o con mala circulación de aire pueden presentarse hongos en raíces y tronco. La ventilación y un drenaje adecuado del suelo son esenciales para evitar la pudrición radicular.

En ocasiones, pueden verse afectados los plantones jóvenes por cochinillas o pulgones, especialmente si están debilitados por un trasplante o exceso de riego. La vigilancia regular y el uso de tratamientos ecológicos preventivos (jabón potásico, aceite de neem) son suficientes en la mayoría de los casos.

Usos del alerce africano en medicina, artesanía y jardinería

El alerce africano es sumamente valorado tanto por su madera como por la resina sandáraca que fluye de su corteza y ramas jóvenes. Su madera, de grano fino, aromática, resistente y pulimentable, se utiliza desde la antigüedad en ebanistería de lujo, marquetería y la elaboración de cofres y artesanía especialmente reconocida en Agadir y el Magreb. Además, la madera perfumada se usaba tradicionalmente como repelente natural y en la fabricación de papel especial. El tipo de madera que resiste mejor la lluvia se encuentra entre las preferidas para su conservación.

La resina sandáraca tiene olor balsámico y aplicaciones en la obtención de barnices de alta calidad, cementos dentales y ungüentos. En medicina tradicional, se ha empleado como antihemorroidal, emenagogo y expectorante, aunque con menores usos que su pariente el enebro. Se preparaba en infusiones para molestias pulmonares y renales, y en emplastos locales para aliviar hemorroides y afecciones cutáneas.

En la cultura popular del norte de África, sigue presente el uso de ramas para infusiones medicinales y la presencia de vendedores ambulantes sigue vigente en mercados tradicionales. En jardinería, su resistencia, longevidad y capacidad para formar setos tupidos desde la base lo convierten en una especie valiosa para setos, cortavientos y alineaciones en espacios donde otras especies fracasarían.

Importancia ecológica y papel en reforestaciones

El alerce africano juega un papel fundamental como especie pionera en la regeneración de zonas degradadas y áridas. Destaca en la fijación de dunas y la recuperación de suelos erosionados por su capacidad de crecer en condiciones adversas y rebrotar tras talas. Los bancos de madera que se utilizan en reforestaciones deben considerarse para áreas donde se cultiva esta especie.

Su uso se promueve en reforestaciones recientes, especialmente en el sudeste ibérico y Melilla, donde asociaciones ecológicas resaltan su valor para combatir la desertificación y adaptarse a las consecuencias del cambio climático. La especie tolera muy bien la falta de agua, germina fácilmente y contribuye a la biodiversidad local. La plantación de alerce africano favorece la restauración del paisaje y la protección de áreas naturales, desplazando el uso de especies exóticas de menor valor ecológico.

Floración, fructificación y ciclo vital

La floración del alerce africano abarca el otoño e invierno, variando ligeramente según la localización geográfica y las condiciones climáticas. En este periodo, sobre el mismo árbol se aprecian flores masculinas y femeninas, favoreciendo la polinización por el viento.

La fructificación se produce durante la primavera y verano, cuando las piñas maduran y liberan sus semillas aladas, que el viento dispersa favoreciendo la regeneración natural. Este ciclo facilita que la especie colonice espacios abiertos y suelos empobrecidos tras la tala o incendios, asegurando su persistencia en ambientes adversos.

Recomendaciones adicionales para el cultivo doméstico

Para quienes deseen cultivar el alerce africano en jardines domésticos, es recomendable:

  • Elegir un emplazamiento con buena exposición solar y espacio suficiente para su desarrollo radicular.
  • Evitar suelos excesivamente compactos o húmedos.
  • Proteger los ejemplares jóvenes frente a las heladas intensas mediante acolchado o cubierta temporal.
  • Combinarlo con otras especies mediterráneas adaptadas a la sequía para crear jardines sostenibles y de bajo mantenimiento.
  • Respetar la distancia entre ejemplares para evitar competencia radicular y asegurar un crecimiento saludable.
Virutas de madera en el suelo.
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Peculiaridades taxonómicas, culturales y etimológicas

El carácter singular del alerce africano ha generado cierta confusión en su nomenclatura común. Aunque se le llama ciprés, sabina o tuya, en realidad pertenece a un género independiente representado por una única especie. Su pariente más cercano a nivel mundial es el género Callitris, típico de Australia.

El nombre “araar” proviene de dialectos norteafricanos del árabe y se cree que fue tomado de los vocablos bereberes aplicados a los bosques de la zona. El término Tetraclinis alude a las “cuatro camas” o lechos, en referencia a las cuatro escamas de la piña fructífera; articulata hace alusión al aspecto articulado de sus ramillas. El árbol más caro del mundo y la madera de agar están relacionados con la importancia de la madera en su uso.

En la cultura amazigh (bereber) y magrebí, el árbol está estrechamente ligado a la vida cotidiana, la medicina tradicional y la artesanía. En la isla de Malta ostenta la consideración de “árbol nacional” y en Murcia y Cartagena es una especie protegida, reliquia botánica de un pasado más húmedo y forestal del área mediterránea.

El alerce africano destaca por su adaptación extrema, amplia variedad de aplicaciones útiles y papel central en la cultura y el paisaje mediterráneo y norteafricano. Cultivar y proteger este árbol no solo es una apuesta estética o práctica, sino también un tributo a la biodiversidad y la historia viva del ecosistema mediterráneo.


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