El árbol de arce destaca desde hace siglos como uno de los árboles ornamentales más apreciados por su espectacular follaje y su variada paleta de colores a lo largo de las estaciones. Sus hojas palmeadas, capaces de transformarse en rojo, naranja, amarillo o púrpura durante el otoño, hacen del arce un verdadero espectáculo visual en jardines y parques alrededor del mundo. Además, proporciona una agradable sombra en los meses más cálidos, convirtiéndose en una opción perfecta tanto para jardines grandes como para pequeños espacios.
Origen y diversidad del árbol de arce

El término arce, conocido también como maple en inglés, agrupa alrededor de 160 especies aceptadas dentro del género Acer, aunque se han descrito aproximadamente 600 especies. Estos árboles pertenecen a la familia Sapindaceae y se encuentran principalmente en las regiones templadas del hemisferio norte, con una notable presencia en América del Norte, Europa y el sudeste asiático. En la península ibérica, el arce es parte del paisaje natural de montañas y sierras, destacando especies como el Acer opalus en la Sierra de Tramuntana (Mallorca). Para ampliar información sobre las distintas especies, te recomendamos visitar nuestra sección tipos de arces.
La extraordinaria variedad de arces incluye árboles de gran porte como el Acer saccharum y arbustos o pequeños árboles como el Acer palmatum, ampliamente cultivado en jardines japoneses y como bonsái.
Características botánicas del arce

Los arces pueden ser tanto árboles de gran tamaño que superan los 30 metros como arbustos compactos de apenas 2 o 3 metros. La corteza suele ser lisa y de color gris o marrón, volviéndose más rugosa y agrietada con el paso de los años. Muchas especies presentan múltiples troncos, una característica especialmente marcada en el Acer tataricum subsp. ginnala, el conocido «arce del Amur».
Hojas del arce
Las hojas son uno de los grandes atractivos del arce. La mayoría de las especies presentan hojas opuestas, con un marcado diseño palmatilobado, dividido en lóbulos que recuerdan a los dedos de una mano. Sin embargo, dentro del género también existen especies con hojas pinnadas compuestas, o incluso sin lóbulos. El tamaño de las hojas suele estar entre 4 y 12 centímetros, dependiendo de la especie y variedad. En algunos tipos, como el arce japonés (Acer palmatum), las hojas pueden volverse más pequeñas o alargadas según la subespecie o variedad.
En otoño, las hojas del arce se transforman en un mosaico de tonos cálidos: desde el rojo intenso característico del arce rojo (Acer rubrum) hasta amarillos dorados, púrpuras y naranjas brillantes. Este fenómeno no solo aporta valor ornamental sino que también es objeto de admiración en países como Canadá y Japón.
Flores y frutos del arce
Las flores del arce, aunque discretas y de pequeño tamaño, tienen un gran valor ecológico. Florecen en racimos, corimbos o umbelas entre finales del invierno y principios de la primavera, antes o justo al mismo tiempo que surgen las nuevas hojas. Presentan colores blanquecinos, verdosos o amarillos, y en algunas especies son perfumadas y muy atractivas para abejas y otros polinizadores.
Tras la polinización, el arce produce un fruto muy característico: la sámara doble o bisámara, con dos semillas aladas unidas por un costado. Estas alas facilitan la dispersión del fruto por el viento, permitiendo que los arces colonicen nuevas áreas.

Principales usos del arce
El arce es un árbol tremendamente versátil:
- Ornamental: Su uso en jardinería es uno de los principales. Por su porte elegante y la belleza de sus hojas en otoño, es habitual verlo como ejemplar aislado, formando setos, pantallas vegetales o en alineaciones en calles y parques. Determinadas variedades compactas son ideales para jardines pequeños.
- Proporciona sombra: Muchas especies de arce desarrollan copas densas y frondosas, brindando sombra fresca en el jardín.
- Madera de calidad: La madera de arce es apreciada para fabricar muebles finos e instrumentos musicales, sobre todo violines y guitarras, gracias a su textura y resistencia.
- Producción de jarabe de arce: En América del Norte, la savia del Acer saccharum se utiliza para elaborar el famoso jarabe de arce.
- Simbolismo nacional: La hoja de arce es un símbolo de Canadá y aparece en su bandera.
- Cultivo en maceta y bonsái: Algunas especies y variedades, como el Acer palmatum, son ampliamente cultivados como bonsáis por su adaptabilidad y estética delicada.
¿Cómo se cuida el árbol de arce?

- Ubicación: Prefiere una ubicación en el exterior, con luz filtrada o en semisombra. Evita el sol directo en horas intensas, especialmente en climas cálidos o con especies de hoja más fina como el arce japonés, para evitar quemaduras foliares. Los arces soportan algo de viento, aunque es preferible resguardarlos si son jóvenes.
- Suelo: El arce se desarrolla mejor en suelos frescos, sueltos, ricos en materia orgánica y bien drenados. Prefiere sustratos ácidos (pH de 4 a 6), aunque algunas especies toleran terrenos ligeramente calizos. El arce japonés requiere suelos húmedos pero nunca encharcados.
- Riego: Es fundamental mantener la humedad constante, especialmente durante los meses cálidos. Requiere riegos frecuentes, de 2 a 4 veces por semana en verano; en invierno y entretiempo, se puede reducir la frecuencia, comprobando siempre que la tierra no se seque por completo. Utilizar agua de lluvia o ligeramente ácida es lo ideal para especies exigentes con el pH.
- Abonado: Se aconseja abonar en primavera y verano con productos orgánicos como estiércol maduro, compost, guano o fertilizantes específicos para plantas acidófilas. Aplicar el abono cada mes durante la época de crecimiento.
- Poda: El arce no requiere podas severas. Retira ramas secas, débiles o cruzadas al final del invierno, antes de la brotación. La poda de formación puede realizarse en ejemplares jóvenes.
- Plantación: Planta el arce en primavera, antes de la aparición de nuevas hojas. Si cultivas en maceta, procura trasplantarlo cada 2-3 años para renovar el sustrato y favorecer su desarrollo radicular.
- Multiplicación: Se multiplica principalmente por semillas, las cuales deben estratificarse en frío durante al menos tres meses antes de sembrar. También puede propagarse por esquejes semileñosos en otoño o finales de invierno y por acodo aéreo en primavera. Para obtener ejemplares idénticos en cultivares, la multiplicación por injerto es la más utilizada.
- Resistencia y rusticidad: La mayoría de los arces soportan bien temperaturas bajo cero, entre -10 y -18 °C según la especie. Es importante consultar la rusticidad de la especie elegida para asegurar su éxito en el jardín.

- Prevención de plagas y enfermedades: Aunque el arce es resistente, puede verse afectado por plagas como pulgones, cochinillas u orugas. Es fundamental revisar periódicamente el envés de las hojas y actuar rápidamente con tratamientos ecológicos o insecticidas en caso de infestación. Las enfermedades por hongos se previenen evitando el encharcamiento y mejorando la ventilación.
Especies de arce más populares para jardines y terrazas

- Acer palmatum: El famoso arce japonés, apreciado por su hoja palmeada y la majestuosidad de sus colores en otoño. Existen multitud de subespecies y variedades, como ‘Deshojo’, ‘Arakawa’, ‘Katsura’ y ‘Aoyagi’, con diferencias en el tamaño y color del follaje.
- Acer saccharum: El arce azucarero de América del Norte, conocido tanto por la belleza de su copa como por la producción de jarabe de arce.
- Acer rubrum: Llamado arce rojo, destaca por el intenso color rojizo de sus hojas en otoño.
- Acer platanoides: Arce de Noruega, muy usado en alineaciones urbanas y como árbol de sombra por su porte y resistencia.
- Acer tataricum subsp. ginnala (Arce del Amur): Árbol o arbusto resistente a la sequía y al frío, capaz de crecer en suelos difíciles y ambientes urbanos. Su follaje cambia del verde oscuro al rojo escarlata en otoño, y es muy usado en jardines pequeños, pantallas y setos libres.
- Acer campestre: El arce menor europeo, resistente, rústico y adecuado para formación de setos y pequeños bosquetes.

Cada especie y variedad de arce aporta matices diferentes al jardín: desde los compactos y coloridos arces japoneses ideales para maceta y pequeños rincones, hasta árboles grandes que llenan de sombra y color parques y avenidas.
¿Por qué elegir un arce para tu jardín o terraza?
Aspectos como la rusticidad, la facilidad de cultivo, la resistencia a plagas y enfermedades, y la increíble paleta de colores que ofrece el follaje, convierten al arce en una de las mejores opciones para jardines y terrazas de todos los tamaños. Además, su capacidad para adaptarse a maceta permite disfrutar de sus virtudes incluso en balcones o patios urbanos.

Expertos en jardinería recomiendan elegir la especie o variedad en función del clima local y las características del suelo, para asegurar el éxito en su cultivo y disfrutar año tras año de su frondosa sombra y el espectáculo visual de sus hojas cambiantes.
El árbol de arce representa la combinación perfecta entre belleza, facilidad de mantenimiento y adaptabilidad. Su elección garantiza un rincón lleno de color cada otoño, contribuye a la biodiversidad y permite experimentar con la jardinería ornamental a todos los niveles. Ya sea como árbol solitario, en grupo o en maceta, el arce sigue conquistando los espacios verdes y la admiración de quienes lo cultivan.