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La rocalla es ese espacio del jardín donde encontramos plantas, normalmente cactus y similares, que crecen sin problemas en terrenos rocosos o pedregosos sin problemas. De hecho, es la solución perfecta para aquellos que disponen de un terreno -o de un rincón- donde no podrían desarrollarse otros tipos de seres vegetales.
Pero una vez hecha, ¿cuál es el siguiente paso?, es decir, ¿cómo cuidar una rocalla de jardín sin destrozarla? Descubrámoslo 🙂 .
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Quita las hierbas silvestres
Las hierbas silvestres, si ya pueden suponer un problema bastante serio en un jardín, digamos, convencional, en una rocalla se convierten en unos potenciales enemigos de las plantas que la forman, sobretodo si tenemos cactus. Por experiencia te puedo decir que quitarlas cuando crecen junto a éstos resulta ser una tarea bastante complicada; de hecho, si no vas con cuidado podrías acabar con más de una espina clavada en la mano.
Para evitarlo, es muy importante o poner una malla antihierbas antes de plantar las plantas o justo después, o ir quitando las hierbas en cuanto vayan saliendo.
Coloca una capa de acolchado
El agua es un elemento vital… y también escaso en muchas partes del mundo. Para poder hacer un mejor uso de ella es sumamente necesario hacer todo lo posible para no malgastarla. Una de las medidas más interesantes es colocando una capa de acolchado, ya sea de piedras, arlita, o similares.
Solo así conseguiremos que la tierra permanezca húmeda algo más de tiempo, lo cual nos servirá para ahorrar en su consumo.
Riega y abona las plantas
Aunque hayamos elegido plantas que, en principio, no necesitan de mucha agua como las dimorfotecas, las adelfas o las gazanias, hay que acordarse de regarlas regularmente. ¿Cada cuánto? Dependerá mucho del clima y de la ubicación, así como de la planta en cuestión. Por ejemplo, los helechos y plantas tropicales habrá que regarlos muy seguido; por el contrario, si hemos escogido plantas mediterráneas o de climas similares (laurel, romero, almendro, etc.) tendremos regarlos menos.
Asimismo, tendremos que abonarlas desde primavera hasta finales del verano con abonos específicos, o bien con abonos orgánicos como pueden ser las verduras que han dejado de ser comestibles, las bolsitas de té, las cáscaras de huevo y de plátano, el guano, entre otros.
Con estos consejos podremos disfrutar de nuestra rocalla. 🙂