El ruibarbo es una planta perenne que puede cultivarse sin problemas tanto en macetas como en el huerto. Su ritmo de crecimiento es razonablemente rápido, llegando a alcanzar una altura de hasta 3 metros. Además, de sus tallos brotan gran cantidad de hojas; de modo que podrás prepararte deliciosos platos saludables, como por ejemplo la ensalada, con sus peciolos (los tallos de color rojizo).
Pero, ¿cómo cultivar ruibarbo? Muy sencillo 🙂 ; tanto es así que si no tienes mucha experiencia, con esta planta seguro que aprenderás mucho… y sin disgustarte.
El ruibarbo es una planta que se desarrolla en una gran variedad de climas, tanto cálidos como fríos, aunque prefiere éstos últimos. Es capaz de resistir temperaturas hasta los -15ºC; sin embargo, para tener un excelente desarrollo es mejor que no baje de los -5ºC en invierno ni de los 8ºC en primavera.
Con el suelo tampoco es exigente, siempre y cuando sea ligero, bien drenado, ligeramente húmedo y con materia orgánica. El pH debe ser bajo, entre 5,4 y 6,5. En los de tipo calizo suele tener problemas debido a la falta de hierro y de manganeso, que pueden solucionarse con abonos foliares ricos en estos nutrientes.
Las semillas se han de sembrar en verano-otoño, desde julio a octubre en el Hemisferio Norte, en semillero. Se ponen a una distancia de al menos 3cm entre ellas, se cubren con sustrato y se riegan. Manteniendo la tierra húmeda en una exposición protegida del sol directo germinarán al cabo de unos 15 días. Cuando las plántulas hayan alcanzado los 10cm de altura, podrán ser trasplantadas en macetas o en el huerto.
Un mes después de haberlas pasado a su lugar definitivo, podremos empezar a abonarlas con un abono orgánico, como lo es el guano o el estiércol de gallina (si podemos conseguirlo fresco, lo dejaremos secar al sol durante una semana o diez días). Así, en el próximo verano podremos recolectar sus tallos, concretamente entre mayo y junio en el Hemisferio Norte.
Que disfrutes de su cultivo 🙂 .