En la gran mayoría de las casas, los tomates nunca faltan. Son una verdura (o fruta) que siempre está en el cajón del frigorífico. Lo que quizá no sepas es que, de esos tomates, puedes obtener «hijos», ya que en su interior se encuentras las semillas. Pero, ¿cómo sacar semillas de tomate?
A continuación te vamos a ayudar a que sepas cómo sacarlas (dándote diferentes opciones sobre ellas), a conservarlas y a sembrarlas de manera adecuada para que germinen y, así, puedes tener tu propia planta de tomates y ahorrar un pico en tu compra semanal.
Cómo sacar semillas de tomate
Una de las equivocaciones, y de lo que siempre te dicen en Internet es que las semillas de los tomates se obtienen solo de los que están maduros y que hay que esperar a que se marchiten en la planta para obtenerlos. En realidad, los tomates que compras en las tiendas también te valen para extraerles las semillas, plantarlos y tener una tomatera (o muchas).
Por eso, aunque leas mucho lo de tener una tomatera y trabajar con ella, lo cierto es que puedes conseguirlo con los tomates de súper o de frutería.
Sacar las semillas de una tomatera
Vamos a empezar dándote las claves si ya tienes una tomatera. Como sabes, estas no duran para siempre, sino que solo estarán «vivas» durante una temporada. Pues bien, debes escoger la planta que te haya dado mejores tomates y dejarle uno o dos en la mata hasta que estos se maduren mucho. Porque querrá decir que ha pasado más tiempo y que las semillas pueden ser de mejor calidad. Lo mejor es que lo hagas en otoño, ya que es cuando la planta empieza a mermar.
Debes coger ese tomate maduro y cortarlo por la mitad. A continuación, con un colador, pones una de las mitades y aprietas para que salga el líquido y, al mismo tiempo, se queden las semillas del tomate en él. Restriega bien para que se suelten de la piel.
Justo después, te recomendamos que le eches un poco de agua para limpiarlas ligeramente, pero no demasiado puesto que es importante que las semillas se queden con una envoltura gelatinosa que tiene.
Ahora, tendrás que meterlas en un tarro y cubrirlas con un poco de film transparente (acuérdate de hacerle unos agujeros con un palillo de dientes) durante 4-5 días. En ese tiempo, la gelatina habrá nutrido las semillas.
Pasado ese tiempo, tienes que sacarlas y volver a lavarlas, ahora sí, bastante bien, para eliminar cualquier gelatina o rastro de agua.
Pásalas a una servilleta para eliminar el exceso de agua y que se sequen. Una vez las tengas, puedes guardarlas en un sobre para plantarlas en primavera.
Semillas a través del tomate frito
Si eres de las que hace su propio tomate frito, sabrás que uno de los pasos que debes dar para hacerlo es quitarle el exceso de agua que van soltando los tomates (por eso se recomiendan los de pera o rama que sueltan menos agua). Sin embargo, lo que a lo mejor no sabes es que, ese líquido que retiras, está lleno también de semillas que, si bien se han «cocido», aún siguen siendo viables para plantarse.
De hecho, el líquido sobrante del tomate frito, cuando se enfría, es un abono estupendo para las plantas, sobre todo para los cítricos, y muchas veces se utiliza para echárselo. Con la sorpresa de que, al cabo de un tiempo, aparece una tomatera. ¿Por qué? Debido a las semillas del tomate.
Al partir y cocer el tomate, lo que haces es separar la pulpa de las semillas y estas normalmente están en el agua, por lo que, al quitarla, te llevas también las semillas. Estas podrías colarlas y te servirían perfectamente para tener tomateras.
Así que es otra forma de sacar las semillas del tomate.
Sacar las semillas de tomate de súper
Por último, vamos a hablarte de los tomates de súper (o de frutería). Si los compras habitualmente en estos sitios, debes saber que también de ellos vas a sacar las semillas. Para ello, y como ya intuirás, necesitas que el tomate esté lo más maduro posible porque así te será más fácil quitarle las semillas.
Ahora, para ayudarte, pártelo por la mitad y usa un rallador para frotar contra él el tomate. De esta manera, tendrás la pulpa del tomate pero también las semillas. Si lo echas a un colador y lo metes bajo el grifo del agua para limpiarlo, acabarás por obtener las semillas.
Lo siguiente es dejarlas que maceren 4-5 días, volver a limpiarlas, secarlas y esperar para plantarlas. ¡No hay más misterio!
Cómo sembrar las semillas
A la hora de sembrar las semillas de tomate, te puedes encontrar con un gran número de ellas. Aun cuando solo las hayas sacado de un tomate, es muy probable que tengas muchas. Y uno de los errores que se cometen es coger una maceta pequeñita y ponerlas todas en ella.
Es cierto que no todas van a germinar, pero si lo hacen varias, estarás haciendo que compitan por el espacio. Por eso, siempre es mejor colocarlas en pequeños grupos y después, según germinen, separarlas.
Los pasos que deberías seguir para germinar y sembrar las semillas son los siguientes:
Coge las semillas y échalas en un vaso con agua durante, al menos, 12 horas. Esto hará que la mayoría se vayan al fondo del vaso mientras que otras pueden quedar en la superficie. Las que se quedan ahí es que no van a servir.
Justo después, sácalas y tienes dos opciones:
- Ponerlas en servilletas húmedas y dejarlas guardadas en un recipiente sin que les dé el sol 1-2 días. Esto hará que las semillas empiecen el proceso de sembrado y en ese tiempo verás que empiezan a sacar raíces.
- Plantarlas directamente en la maceta, con tierra húmeda, que no encharcada. No tarda mucho más en haber reacción por parte de las semillas.
Ambos métodos están bien y son fáciles de hacer. Lo siguiente ya es esperar a que salgan los brotes, ver cuántos hay y plantearte dónde vas a plantarlos de manera definitiva teniendo en cuenta que cada tomatera necesita su propio espacio para desarrollarse de manera adecuada.
¿Te animas ahora a probar suerte con tus tomates? A lo mejor y así no tienes que gastarte el dinero sino que los coges de tu propia huerta.