Las jacarandas, con su característico color lila y su copa espectacular, se han convertido en uno de los árboles más apreciados en jardines particulares y espacios urbanos de clima cálido o templado. Si alguna vez te has detenido a admirar la lluvia de flores moradas que inunda las calles en primavera, quizá te hayas planteado cómo sería tener una jacaranda en casa.
Sembrar una jacaranda en el hogar no solo embellece cualquier espacio, también ayuda a purificar el aire y brinda sombra en épocas cálidas. Sin embargo, para disfrutar de un árbol frondoso y sano, es necesario conocer bien los cuidados, el proceso de plantación y algunos secretos clave para que la floración sea un éxito año tras año.
Características principales de la jacaranda
La Jacaranda mimosifolia es originaria de Sudamérica, aunque ha logrado adaptarse perfectamente a países como México y España. Este árbol se reconoce rápidamente por su porte elegante, su follaje similar al de los helechos y la vivacidad de sus flores de tono lila o violeta.
Su altura puede variar entre 8 y 15 metros cuando se planta en suelos fértiles y tiene espacio suficiente, por lo que es importante considerar que se trata de una especie de gran tamaño. Gracias a su rápida capacidad de crecimiento y resistencia, se utiliza tanto en jardines privados como en avenidas y plazas públicas.
La jacaranda produce flores acampanadas de gran tamaño que cubren sus ramas desde finales de invierno hasta el final de la primavera. Aunque en climas fríos puede perder las hojas y comportarse como árbol caducifolio, en zonas más templadas suele conservar un follaje verde claro durante gran parte del año.
Además de su valor ornamental, destaca su capacidad para absorber dióxido de carbono, ayudando a purificar el aire del entorno.
El mejor momento y lugar para sembrar jacarandas
Jacaranda trees blooming in front of townhouses in the suburb of Subiaco in Perth, Western Australia.
Elegir bien la época y el lugar en el que sembrar la jacaranda es uno de los factores más determinantes para su desarrollo. Lo ideal es plantar las semillas o los jóvenes ejemplares justo antes de que comience la primavera, momento en el que las temperaturas se vuelven más suaves y propicias para la germinación y el crecimiento.
En zonas de clima cálido o subtropical, la jacaranda se puede sembrar prácticamente todo el año, siempre que se evite la temporada de heladas y el suelo no esté excesivamente frío.
El sitio elegido debe ser amplio y soleado. La exposición al sol directo es fundamental para asegurar una floración abundante: lo ideal es que el árbol reciba al menos seis horas diarias de luz directa. También, por su sistema radicular extenso y sus dimensiones adultas, se debe mantener alejada de edificaciones, piscinas y suelos pavimentados.
Preparación y recogida de semillas
Uno de los métodos más sencillos y eficaces para multiplicar la jacaranda es a través de sus semillas. A finales de otoño, la planta produce frutos leñosos de forma circular, que al madurar se abren y descubren su interior repleto de semillas protegidas por una capa dura.
Estas semillas cuentan con una especie de «vilano» (un pequeño papelillo que favorece su dispersión por el viento). Para germinar con éxito, lo ideal es recoger las cápsulas justo antes de que se abran, asegurando que las semillas estén completamente maduras.
Se recomienda dejar las semillas en remojo durante 24 horas antes de la siembra. El agua ablandará la cubierta exterior y acelerará su germinación.
Cómo sembrar las jacarandas paso a paso
Una vez tenemos listas las semillas, el proceso de siembra no es nada complicado si sigues estos pasos:
- Rellenar una maceta o semillero con un sustrato ligero y con buen drenaje. Los suelos arenosos y ligeramente ácidos son los mejores, y el exceso de turba no es recomendable porque suele retener demasiada humedad.
- Colocar las semillas en la superficie o cubrirlas ligeramente de tierra, dependiendo de su tamaño. Las semillas más grandes se entierran al grosor de la semilla, mientras que las pequeñas solo se presionan un poco.
- Mantener el sustrato húmedo sin llegar a encharcarlo. Es clave no pasarse con el riego, ya que la jacaranda no tolera bien el exceso de agua. La germinación suele ocurrir entre 2 y 4 semanas.
- Situar el semillero en un lugar resguardado pero con luz indirecta durante el proceso inicial de germinación. Cuando salgan las primeras plántulas, pueden irse adaptando poco a poco al sol directo.
Cuando las jóvenes jacarandas tengan unos 10 cm de altura y desarrollen sus primeras hojas verdaderas, ya estarán listas para ser trasplantadas.
Trasplante al lugar definitivo
El trasplante es una fase clave para el éxito de tu jacaranda. Los mejores resultados se consiguen si se realiza en los primeros días de primavera, cuando ya han pasado las heladas.
El hoyo debe ser al menos el doble de ancho y de profundo que el cepellón de la planta. Antes de colocar la joven jacaranda, conviene mezclar la tierra extraída con algo de sustrato ácido y abono orgánico.
Se introduce la planta con cuidado, se rellena el agujero hasta cubrir sus raíces y se compacta ligeramente la tierra alrededor del tronco para dar firmeza. Tras plantar, es esencial regar en abundancia para asentar el suelo y ayudar a la adaptación de las raíces.
Cuidados esenciales para una jacaranda frondosa
Para que la jacaranda se convierta en un árbol fuerte y con una copa llena de flores, hay que prestar atención a varios cuidados esenciales:
- Luz y espacio: como ya hemos mencionado, la exposición solar es imprescindible. El árbol necesita un mínimo de seis horas de luz directa cada día y espacio suficiente para su copa y raíces.
- Riego: durante el primer año, el riego debe ser regular para mantener el sustrato húmedo (dos veces por semana en época seca). Los ejemplares adultos soportan bien la sequía y solo precisan riegos ocasionales, cada 10-15 días si no llueve. Recuerda evitar el encharcamiento porque podría provocar la pudrición de las raíces.
- Tipo de suelo: la jacaranda florece mejor en suelos pobres y arenosos, ya que el exceso de nitrógeno promueve el follaje y reduce la floración. Un buen drenaje es imprescindible para evitar problemas futuros.
- Protección frente a las heladas: las jacarandas son árboles tropicales y no toleran el frío intenso ni las heladas. Si vives en una zona propensa a temperaturas bajas, es mejor plantar tu jacaranda en un lugar resguardado del viento o protegerla en invierno.
Floración y poda: consejos para potenciar su belleza
La floración de la jacaranda es uno de los espectáculos naturales más impresionantes del año. Por lo general, este árbol florece entre marzo y mayo, llenándose de racimos de flores moradas o lilas. En ocasiones, puede tener una segunda floración más tenue en otoño.
Es habitual que la jacaranda pierda sus hojas poco antes de florecer, dejando que las flores destaquen aún más sobre las ramas desnudas.
La poda no es obligatoria, pero sí recomendable para mantener la estructura y la salud del árbol:
- Poda de formación: durante los primeros años, ayuda a dar forma a la copa y conseguir ejemplares equilibrados.
- Eliminación de ramas secas, cruzadas o enfermas: una vez al año, preferiblemente al final del otoño, antes de que comience la floración.
- Evitar la poda en plena floración o tras una helada: así se favorece la recuperación y el rebrote de brotes fuertes.
Además de los cuidados esenciales, aquí tienes algunos trucos adicionales para presumir de jacaranda año tras año:
- Utiliza acolchado orgánico (hojas secas, corteza, etc.) alrededor del tronco. Ayuda a mantener la humedad y a proteger las raíces de los cambios bruscos de temperatura.
- No abuses de los fertilizantes nitrogenados: propician hojas, pero reducen la floración. Si fertilizas, usa productos ricos en fósforo y potasio.
- Garantiza espacio tanto vertical como horizontal para que la copa se desarrolle a lo grande. Es una especie que necesita libertad para crecer sin obstáculos.
La jacaranda es protagonista del paisaje urbano en ciudades como Ciudad de México, Guadalajara, Buenos Aires o Sevilla. Calles enteras se transforman gracias a la floración morada y los pétalos que alfombran plazas y aceras en primavera. Plantar tu propio ejemplar te permitirá formar parte de este espectáculo natural cada año y disfrutar de un ambiente más fresco y colorido en casa.