El kale, también conocido como col rizada, es una de esas hortalizas que ha experimentado un auge espectacular en los últimos años gracias a sus propiedades nutricionales y a la cantidad de recetas saludables a las que se puede adaptar. Si alguna vez te has preguntado cómo sembrar kale en tu propio huerto, patio o incluso en una maceta, aquí vas a descubrir todo lo necesario, sin rodeos y con consejos prácticos para que tengas éxito desde la siembra hasta la cosecha.
En este artículo vamos a desglosar paso a paso las claves para cultivar kale de forma fácil, siendo fieles a las mejores prácticas de horticultura orgánica y aprovechando la experiencia de expertos y aficionados. Tanto si tienes un buen terreno como si solo cuentas con un balcón, podrás disfrutar de kale fresco durante gran parte del año siguiendo unas pautas sencillas.
¿Qué es el kale y por qué cultivarlo?
El kale pertenece al grupo de las Brassica oleracea, al igual que el brócoli, la coliflor y el repollo. La diferencia principal es que no forma un cogollo cerrado, sino que sus hojas se mantienen abiertas y rizadas, lo que le da ese aspecto tan característico. En España, el kale ha sido tradicionalmente poco conocido aunque variedades similares, como las berzas, han formado parte de la dieta popular desde hace siglos.
Hoy día, el kale es considerado un superalimento por su perfil nutricional: rico en calcio (más incluso que la leche por cada 100 gramos en crudo), fibra, vitamina K, provitamina A, vitamina C, B6, hierro, manganeso y cobre. Esto lo convierte en un ingrediente ideal para enriquecer la dieta. Además, sus hojas aportan un impacto visual impresionante en el huerto o jardín, ya que existen distintas variedades con formas y colores diversos.
Variedades de kale más cultivadas
A la hora de escoger qué tipo de kale sembrar, conviene conocer algunas de las variedades más populares:
- Kale Dwarf Green Curled: Ideal para macetas gracias a su porte compacto y hojas rizadas.
- Kale Westland Winter: Perfecta para bancales o cultivo en terreno por su resistencia al frío y buen desarrollo.
- Otros tipos: Existen formas de hoja lisa o más alargada, y cultivares con tonos que van del verde oscuro al púrpura.
Lo importante es escoger la variedad que mejor se adapte al espacio disponible y al clima de tu zona.
¿Cuándo sembrar el kale?
El momento de siembra es clave para el éxito del cultivo. El kale puede cultivarse en dos grandes períodos:
- Siembras de primavera: Se pueden iniciar los semilleros a finales del invierno, especialmente en regiones de clima templado. Así, las plantas estarán listas para trasplantar justo después de las heladas.
- Siembras de otoño: En la mayoría de zonas es la opción ideal. El kale se siembra a finales de verano (julio a septiembre) para plantar en otoño y cosechar durante el invierno. Esta época permite evitar el calor intenso, que no le favorece.
En climas suaves (zonas costeras o sur peninsular) incluso es posible realizar siembras de invierno para cosechas de primavera. Y, si el verano no es demasiado caluroso, se puede realizar una siembra temprana para obtener kale en plena estación estival. Sin embargo, hay que evitar temperaturas muy altas para no estresar la planta y evitar sabores amargos.
Preparando el semillero y el terreno
Preparar un buen semillero es uno de los primeros pasos fundamentales. Para ello, necesitas recipientes de mínimo 10 cm de profundidad y un sustrato específico para semilleros, suelto y rico en materia orgánica. Llena los alveolos dejando un centímetro libre hasta el borde y siembra de dos a tres semillas por hueco. No las entierres en exceso: basta con cubrirlas con una capa fina de sustrato, ya que demasiada profundidad puede dificultar la germinación.
Procura mantener el sustrato siempre húmedo, pero nunca encharcado. La humedad constante es clave para que las semillas germinen (lo hacen en torno a siete días). Si todas las plantitas salen adelante, adelgaza dejando la más fuerte en cada alveolo, pero puedes regalar las sobrantes o trasplantarlas en otras macetas.
El kale es muy agradecido pero agradece suelos ricos en nitrógeno y bien trabajados. Si vas a sembrar directamente al terreno, retira piedras y restos de raíces, y enriquece el suelo con humus de lombriz o compost maduro. La estructura debe ser suelta para evitar encharcamientos.
Ubicación y condiciones ideales para el cultivo
El kale aprecia la luz solar directa, aunque puede desarrollarse también en semisombra si en tu zona los veranos son especialmente calurosos. Lo ideal es que reciba al menos seis horas de sol al día. Las temperaturas óptimas para el desarrollo del kale están entre los 10 y 20 ºC. Soporta bien las heladas, por lo que es un cultivo ideal para otoño e invierno.
En los meses de calor, ubica los semilleros en un lugar protegido del sol intenso para evitar que se resequen o que la planta se espigue pronto. Una vez germinan y tienen unas 2-3 hojas verdaderas, conviene llevarlas a un lugar soleado y aireado para que fortalezcan su crecimiento.
Cómo plantar kale en el huerto o en maceta
El trasplante se realiza cuando las plántulas tienen unos 20 cm de altura o 4 hojas verdaderas. Si cultivas en maceta, escoge recipientes de al menos 25 litros de sustrato por planta para que tengan suficiente espacio radicular.
En el terreno, deja una distancia de 40 cm entre plantas y 50-60 cm entre filas. Esto permite que el kale se desarrolle sin competencia por nutrientes y se airee bien, lo que reduce el riesgo de enfermedades.
Durante el trasplante, riega bien antes y después de colocar cada plantón. Las raíces deben quedar cubiertas, presionando ligeramente el sustrato para asegurar el contacto.
Riego y cuidados durante el crecimiento
El riego regular es fundamental, sobre todo en las primeras fases. El kale no tolera la sequía, pero tampoco los encharcamientos. Mantén el sustrato húmedo comprobando con el dedo la humedad antes de volver a regar. Cuando lleguen las lluvias otoñales, reduce la frecuencia, pero nunca permitas que el suelo quede seco durante periodos prolongados.
A partir de la tercera o cuarta semana desde el trasplante, puedes aportar abono orgánico rico en nitrógeno (humus de lombriz, compost) cada mes o mes y medio. Esto garantiza un buen desarrollo vegetativo y hojas abundantes.
Fertilización: nutrientes que necesita el kale
El kale, como buena crucífera, es exigente en nitrógeno, pero agradece un aporte equilibrado de nutrientes. Si cultivas en el terreno, aplica compost maduro o humus previamente, y renueva el aporte cada mes si el crecimiento es lento o las hojas pierden color.
Si cultivas en macetas, añade abono líquido o sólido orgánico específico para hortalizas. Una nutrición adecuada se traduce en un color verde intenso y plantas vigorosas. Si el desarrollo es raquítico, suele ser por falta de nutrientes, sobre todo en sustratos agotados o en suelos donde antes se cultivaron tomates, pimientos o berzas.
Control de plagas y enfermedades
El kale es resistente, pero puede verse afectado por algunas plagas comunes. Las más frecuentes son las orugas de la col, que devoran las hojas y pueden provocar daños importantes. Para combatirlas ecológicamente se recomienda el uso de Bacillus thuringiensis.
Es habitual también encontrar pulgones, sobre todo si se ha abonado con exceso de nitrógeno, así como caracoles y babosas en época de lluvias. Para los pulgones, el jabón potásico es un remedio efectivo. Para los caracoles, lo más eficaz es usar cebos específicos ecológicos (por ejemplo Ferramol).
En cuanto a enfermedades, las fúngicas como el mildiú polvoriento pueden aparecer en condiciones de alta humedad. Para evitarlas, riega siempre en la base de la planta y evita mojar las hojas.
Cosecha del kale: cuándo y cómo recolectar
El kale no forma un cogollo como el repollo, sino que desarrolla hojas a lo largo de un eje central. Por eso, la cosecha se realiza hoja a hoja, cortando primero las hojas exteriores cuando tengan buen tamaño (dos o tres meses tras la siembra, o un mes después del trasplante). Deja siempre las hojas más pequeñas en el centro para que la planta siga desarrollándose.
En condiciones óptimas, puedes cosechar durante varios meses de forma escalonada. Cuando las temperaturas bajan tras alguna helada, el sabor será más dulce y agradable, perfecto para ensaladas crudas.
Consejos para almacenar y conservar el kale
Una vez cosechadas, las hojas de kale se conservan en la nevera en una bolsa de plástico perforada durante una semana. Para prolongar su conservación, puede blanquear y congelar las hojas, permitiendo disponer de kale durante todo el año.
Rotación de cultivos y recomendaciones finales
No es recomendable cultivar kale tras otros cultivos que agoten mucho el tierra, como tomates o berenjenas, a menos que enmiendes el suelo con abono suficiente. Es preferible plantarlo después de leguminosas como judías o alubias, que aportan nitrógeno. Siguiendo estos consejos y planificando adecuadamente los semilleros, lograrás una producción continua de hojas durante gran parte del año.
Usos culinarios del kale
El kale es muy versátil en la cocina. Puedes comerlo crudo en ensaladas, en zumos verdes o batidos, cocerlo en guisos y sopas, saltearlo o preparar chips al horno. Su textura rizada ayuda a retener salsas, ideal para recetas creativas.
Si tienes problemas de coagulación o tomas medicación anticoagulante, consulta con tu médico antes de introducir grandes cantidades de kale en tu dieta, ya que su alto contenido en vitamina K puede interferir con ciertos fármacos.
Disfruta cultivando kale en casa, ya que es sencillo y brinda grandes beneficios nutricionales, además de aportar color y vida a tu huerto o terraza con una producción que puede extenderse durante varias semanas o meses.