Los colores de las flores son una de las características más llamativas de estas, y su finalidad no es otra que resultar atractivas a los polinizadores y que estos acudan a ellas, consiguiendo así la reproducción de la planta.
Pero, ¿por qué algunas plantas tienen colores sencillos y habituales como el blanco y el rosa y otras algunos más llamativos como el morado? Vamos a ver con más detalle qué es lo que influye en el color que tiene cada flor.
Los colores más comunes entre las flores
La diversidad de colores que podemos encontrar en la naturaleza es muy amplia, pero hay colores que resultan más frecuentes que otros. Es el caso de los siguientes:
Blanco
Parece ser el color por excelencia, y es uno de los más comunes. Podemos observarlo en variedades como las rosas, los lirios, las margaritas, las azucenas y las gardenias.
También muchos árboles que tienen una floración no demasiado significativa tienen flores de color blanco.
Desde siempre, el ser humano le ha atribuido un significado especial a las flores, y las de color blanco simbolizan la pureza, la inocencia y la paz en una buena parte de las culturas que hay alrededor del mundo.
Rosa
El rosa es otro de los colores más comunes, pero podemos encontrarlo en una gran variedad de tonos. Las plantas nos sorprenden con flores rosas que van desde el tono más pálido al más brillante. Y, al ser este un color dulce y romántico, estas flores se asocian con el amor, la gratitud y la dulzura.
Algunos ejemplos de plantas con floración rosa son las rosas, los claveles y los tulipanes.
Rojo
Entre los diferentes colores de las flores el rojo destaca por ser vibrante y llamativo. Para nosotros simboliza el amor, la pasión y la vitalidad, por eso las flores rojas están entre las favoritas de muchas personas.
Pero el verdadero objetivo de estas flores tan vistosas es destacar entre las demás y ser elegidas en primer lugar por los insectos polinizadores.
Ejemplos de flores rojas podemos encontrar muchos, como las amapolas, los claveles y las gerberas, entre otras.
Amarillo
El amarillo es otro color de presencia habitual en la naturaleza, ya que su toque brillante ejerce una poderosa atracción sobre los insectos. En cuanto a simbolismo, el amarillo representa alegría, felicidad y amistad.
Las flores amarillas por excelencia son los girasoles, pero también podemos encontrar este color en las margaritas, los tulipanes y las caléndulas.
¿De qué dependen los colores de las flores?
El color y el tono que tienen las flores proviene de los pigmentos naturales que hay en sus células. Dichos pigmentos son moléculas orgánicas capaces de absorber ciertas longitudes de onda de la luz visible y reflejar otras, lo que permite que percibamos la flor como de un color u otro.
Los pigmentos que influyen en el color de las flores son básicamente tres:
Antocianinas
Este pigmento, que ha demostrado ser soluble en agua, está presente en el vacuolo (compartimentos delimitados por una sola membrana) de las células de las flores. Son capaces de cambiar de color en función del pH de la tierra, cambiando desde un tono más rojo en los terrenos más ácidos a uno más azul en los alcalinos.
Las antocianinas son las responsables de que disfrutemos de flores rojas, moradas, azules y violetas. Y están presentes en variedades como las rosas, las petunias, las hortensias y los lirios.
Carotenoides
Estos pigmentos liposolubles están presentes en los cloroplastos y cromopastos de las células de las flores, así como en muchas frutas y verduras como las zanahorias y las calabazas.
Los carotenoides son los causantes de que las flores sean amarillas, naranjas y de ciertos tonos rojos anaranjados. Entre las plantas que tienen una mayor cantidad de estos pigmentos hay que destacar los girasoles, los tulipanes y las caléndulas.
Flavonoides
Los flavonoides agrupan a un conjunto diverso de pigmentos que incluye subgrupos como las antocianinas y los flavonoles. Además, ejercen una función antioxidante y protegen a las plantas frente a los daños causados por los rayos UV.
Los flavonoides son responsables de los colores blancos y amarillos, y están presentes en tulipanes, margaritas y narcisos, entre otras plantas.
¿Es posible cambiar el color de las plantas y de sus flores de manera artificial?
Lo cierto es que sí. Hay técnicas que permiten modificar de forma artificial el color de la planta en sí misma y también de sus hojas.
- Tinción de agua. Consiste en sumergir el tallo de la planta en una solución de agua coloreada con tintes vegetales o colorantes alimentarios. Esto da lugar a un cambio temporal de coloración en los tallos y las hojas que están en fase de crecimiento activo.
- Tintes vegetales. Esta técnica implica inyectar o rociar directamente la planta con tintes o soluciones vegetales. Se emplea con frecuencia en la industria hortícola para crear plantas más llamativas o resaltar algunas características concretas de la planta.
- Modificación del pH del suelo. Como hemos visto antes, las antocianinas son capaces de hacer cambiar de forma natural los colores de las flores en función del pH del suelo. Por tanto, si alteramos el grado de acidez del sustrato, podemos conseguir que las flores cambien de color.
- Modificación genética. La hibridación ha dado lugar a nuevas especies que son de colores totalmente diferentes a aquellas a partir de las que han sido creadas. Al trabajar con las plantas para cruzarlas, se pueden introducir nuevos genes que codifican las enzimas responsables de la producción de los pigmentos.
- Estrés. Ante el estrés, algunas plantas tienen la capacidad natural de cambiar su coloración. Un caso típico es el de algunas suculentas, cuyas hojas pueden pasar del verde a tonos rojos o rosados en función de la cantidad de luz que reciben.
Los colores de las flores ya son bonitos de por sí, así que no tiene mucho sentido buscar un cambio artificial, porque esto puede afectar a la salud de la planta. ¿Qué te ha parecido este tema? ¿Sabías que dentro de las células vegetales estaba el secreto de los vistosos colores de las flores?