Echeveria lilacina: lo que debes saber de la suculenta fantasma

Echeveria lilacina

Dentro de las suculentas, las echeverias son de las plantas más variadas que te puedes encontrar. Y entre ellas hay una denominada la «flor fantasma». Nos referimos a la Echeveria lilacina.

Pero, ¿qué sabes de esta planta? ¿Conoces sus características? ¿Cómo florece? ¿Quizá los cuidados? A continuación te presentamos una guía para que puedas conocerla a fondo y descubrir todo sobre ella.

Cómo es la Echeveria lilacina

Detalles de hoja suculenta

No hay duda de que casi todas las echeverias tienen un patrón muy parecido en su forma. Y esta no difiere nada de las anteriores. Se trata de una planta no demasiado grande, al menos en altura, que toma una forma de alcachofa abierta. Su tamaño máximo de altura ronda los 25-30 centímetros solo. Por su parte, a lo ancho sí puede llegar a medir lo mismo, entre 25 y 30 centímetros. Aunque, si te asusta que crezca tanto, te diremos que no te preocupes, porque es muy lenta.

Es de color gris plateada aunque algunas veces puede tornarse blanca, pero en los meses más fríos verás que cambia de color a uno más violeta o lila. De hecho, en verano, o si la pones al sol, es posible que cambie también a lo largo de las estaciones.

En cuanto a las flores, que ya te decimos que es muy, muy fácil de que te florezca, las puede echar rojas, naranjas o rosadas. Pero lo que más llama la atención de estas son los bordes que no serán en esa tonalidad, sino en amarillo. Para ello, desarrolla un tallo bastante largo (llega a alcanzar los 15 centímetros) en el centro de la roseta del que saldrán al final las flores.

Cuidados de la Echeveria lilacina

Cuidados para tu suculenta

Ya sea que vivas en una zona bastante calurosa (y de poca humedad), que no se te den bien las plantas, o que no tengas mucho tiempo para dedicarles a estas, las echeverias (y en general, las suculentas) pueden ser una buena opción para tener plantas con flores. Pero hay que saber cuidarlas.

En el caso de la Echeveria lilacina, los cuidados que deberías proporcionarle son los siguientes:

Iluminación y temperatura

Como buena echeveria que es, le encanta la luz. Y el sol. Además, para que mantenga esos colores tan bonitos y representativos de la planta necesita que la pongas en un lugar donde reciba al menos 4-8 horas de sol directo y el resto de luz indirecta. De esta manera te aseguras de que recibe lo que necesita para crecer de manera ideal sin que se le quemen las hojas (lo que implica que debes evitar que le dé el sol de las 12pm a las 6pm en verano).

Y conseguirás, además, que los colores se le intensifiquen.

En cuanto a la temperatura, su ideal estaría entre los 18 y los 27 grados. Pero tampoco debes preocuparte mucho, porque en general soporta tanto las altas como las bajas temperaturas.

Eso sí, en el caso de las bajas, no es recomendable que pase mucho tiempo con ellas sin protegerla, porque la planta puede morir muy rápidamente.

Sustrato

Como sabes (y si no te lo decimos), las echeverias y suculentas se adaptan a casi cualquier tierra que le des mientras que vaya acompañada de un buen drenaje. Este puede ser perlita, pero también corteza de árbol, piedra volcánica, grava…

Una buena mezcla que puede hacer es con sustrato universal, humus de lombriz, grava, perlita y arena de río.

Riego

Suculenta

La Echeveria lilacina es una de las muchas echeverias que acumulan muchísima agua en sus hojas, lo que hace que el riego no deba ser tan constante como con otras plantas. Además, al extenderse de manera horizontal conserva aún mejor los depósitos de agua.

Por eso, a la hora de regar lo cierto es que no te deberás preocupar. Mientras la riegues cada 8-10 días en verano, y cada 2-3-4 semanas en invierno, estará más que satisfecha.

En estos casos es mejor regar de menos que pasarse.

Eso sí, debes tener cuidado con echarle agua por encima de las hojas porque eso lo único que provocará es que haya hongos. Y eso se interpreta en enfermedades de la planta. Para evitarlos, procura regar siempre sobre el sustrato y, en caso de que no puedas, entonces échalo por debajo, no dejando el plato demasiado tiempo (para que no se le pudran las raíces).

Abonado

Aunque no es habitual en las echeverias, si quieres, y siempre de manera opcional, puedes echarle una vez al mes un fertilizante con la mitad de la dosis descrita por el fabricante en el agua de riego. Este solo debes aplicarlo en primavera y en verano.

Poda

Otro de los cuidados de la Echeveria lilacina que te vas a ahorrar. No necesita que la podes más allá de quitarle las hojas secas. Estas puedes quitarlas tirando con suavidad o, si siguen muy agarradas, con un cuchillo o unas tijeras.

Multiplicación

La Echeveria lilacina es una planta muy «solitaria», en el sentido que es complicado que produzca hijuelos o retoños que puedas cortar y plantar para obtener nuevas plantas.

Por eso, una de las formas de propagación más habitual esa través de las hojas. Estas son muy fáciles de conseguir y que lo único que debes hacer es coger una que se vea saludable, cortarla siempre desde la base y dejarla que se seque (para que se cure el corte que le has hecho).

Pasados tres días puedes poner la hoja encima de una maceta con un buen sustrato (el que debe tener). No tienes que sembrarla ni taparla, solo dejarla ahí. En cuestión de días, la hoja irá desarrollando raíces y empezará a sacar una nueva planta. Solo en ese momento en que la veas puedes echarle por alrededor un poco de tierra para ir enterrándola.

A la hora de regarla, procura hacerlo con un pulverizador.

En 4-6 semanas tendrás la hoja ya con esa nueva planta y solo quedará que comience a crecer.

Ahora ya conoces más a fondo la Echeveria lilacina y en cuanto a su precio debemos decirte que es bastante económica. Normalmente en las tiendas las encuentras en formatos pequeños, pero siempre puedes revisar de segunda mano (personas que tienen y venden cuando la reproducen) porque pueden ser aún más baratas o incluso más grandes de como las encuentras “nuevas”. ¿Te animas a tener una en casa?


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