Si eres amante de las orquídeas, sabrás que estas plantas requieren de cuidados especiales y son complejas de cuidar en la mayoría de sus diversidades. Los abonos y fertilizantes son un soporte importante en la aportación de nutrientes que permiten a la orquídea desarrollarse adecuadamente y obtener la bella floración que tanto tú deseas.
Independientemente de la especie o variedad, las orquídeas necesitan ciertos elementos vitamínicos, aminoácidos y otros micro elementos para la constitución de sus tejidos, entre los cuales se encuentra el Nitrógeno, Fósforo y Potasio.
¿Cuál abono es el ideal para tus orquídeas?
En el mercado se venden diversos abonos formulados especialmente para orquídeas. Generalmente estos abonos suelen ser utilizados a través del agua de riego, mediante abono foliar o varitas que liberan el abono lentamente. En este último método de abono, es la propia planta la que va absorbiendo la cantidad de nutrientes que necesita.
Los abonos foliares son absorbidos por las hojas y debes aplicarlos con nebulizadores, en cambio los abonos de riego se disuelven en el agua de riego y son absorbidos a través de las raíces.
El método que escojas utilizar, dependerá de la manera de cultivo de la orquídea, sí está plantada en maceta o prendidas las raíces en un árbol o estructura adecuada.
Si utilizamos abonos hidrosolubles, la cantidad a suministrar de acuerdo a su período o momento vegetativo, es la siguiente:
Para una mayor floración
Utilizas 10 partes de nitrógeno, 30 partes de Fósforo y 20 de Potasio
Para la reanudación vegetativa
Aumenta la concentración de nitrógeno a 30 partes, 10 partes de Fósforo y 10 de Potasio
Para el resto de los períodos
Serían 20 partes de cada elemento
Cuando la planta está sujeta a períodos de estrés abiótico, te recomiendo utilizar un bioestimulador para ayudar a la planta a superar esos episodios, actuando como un activador enzimático del proceso metabólico.
Al momento de plantar tu orquídea en maceta, utiliza un sustrato adecuado para la base del abono. La corteza de pino es el sustrato por excelencia que mezclada en un 70% con otros materiales, permite una buena sujeción y aireación de las raíces de la orquídea, existen diferentes tamaños de granulometría en función al tamaño de las raíces de la planta. Este sustrato debes sustituirlo como máximo cada dos años, ya que pierde cualidades, se acumulan sales y el sustrato se acidifica excesivamente, dañando de esa manera las raíces de tu orquídea.
Los demás componentes que complementa este sustrato es el Musgo Phagnum, también denominado Musgo de Turbera, se utiliza en una proporción del 10%. Sirve para retener la humedad y no aporta ningún tipo de nutriente. Así mismo también puedes utilizar la Arcilla expandida, el carbón vegetal, trozos de corcho, cáscaras de nueces y de huevos.
Enfermedades de la orquídea
Las orquídeas son susceptibles a las enfermedades, por lo que es necesario darle los cuidados necesarios para prevenir el riesgo de agentes patógenos. Las enfermedades y plagas comunes son:
Manchas en las hojas, tizón de pétalo y hongos, motivado principalmente a malas condiciones de crecimiento, humedad y el uso inadecuado de fertilizantes.
Plagas como la cochinilla, arañas rojas y las escamas. Estas últimas se adhieren por debajo de las hojas y si se dejan avanzar mucho tiempo, destruye la orquídea completamente.
Los virus pueden confundirse con infecciones de hongos. En el caso que detectes la existencia de algún virus en la orquídea, debes desecharla lo más pronto posible, ya que es un problema incurable y puede transmitirse a otras plantas,
Existen en el mercado insecticidas y fungicidas ideales para el tratamiento y prevención de plagas y enfermedades, causando efectos de repelencia e inhibición de la alimentación del parásito o insecto.
