Si buscas una planta bonita y fácil de cuidar, acabas de dar con ella. La fenestraria forma parte de la familia de los cactus y las suculentas, y no necesita demasiadas atenciones. Además, tiene una floración realmente espectacular.
Vamos a contarte más sobre ella y sobre los cuidados que hay que darle para que luzca el mejor aspecto posible. Comprobarás que atenderla bien no te quitará mucho tiempo, por lo que ya no tienes excusa para no tenerla en casa.
Origen y hábitat natural de la fenestraria
La Fenestraria rhopalophylla es comúnmente conocida como planta de piedra. Una suculenta que pertenece a la familia de las Aizoaceae y que es nativa de la región de Namaqualand en Sudáfrica. En su lugar de origen, esta planta es capaz de sobrevivir en un clima semiárido, con veranos muy calurosos y secos, e inviernos que suelen ser frescos y húmedos.
Su capacidad para almacenar agua en las hojas le permite sobrevivir a largos periodos de sequía. Aunque está acostumbrada a estar expuesta a la radiación solar intensa, es común verla crecer entre rocas o piedras, donde puede obtener algo de protección frente al sol. Esta capacidad para camuflarse entre las piedras también le ofrece protección frente a los herbívoros.
Características físicas que te permiten identificar a la fenestraria
Si tienes dudas sobre si estás viendo una fenestraria u otra suculenta con flor, presta atención a estos rasgos que la identifican:
Tamaño y forma
Estamos ante una variedad bastante pequeña, que no suele superar los 10 centímetros de altura. Presenta una forma compacta y almohadillada, con hojas que crecen agrupadas en rosetas que no se separan demasiado del suelo.
Hojas
Las hojas de la fenestraria son su característica más distintiva. Son hojas carnosas, que acumulan agua en su interior. De forma cilíndrica aplanada, y se disponen en pares opuestos a lo largo de las tallos. Su color suele ser verde grisáceo.
Otro de sus rasgos distintivos es que están recubiertas por una gruesa capa cerosa que les confiere un aspecto brillante y translúcido. Esta capa es, en realidad, una extraordinaria forma de adaptación y supervivencia, porque limita la pérdida de agua por evaporación.
Además, cuando las hojas se hidratan de nuevo tras un largo período de sequía, se vuelven transparentes. Esto se debe a que en la parte superior de las hojas hay unas “ventanas” que permiten que la luz llegue hasta las células clorofílicas, que están ubicadas debajo.
Flores
Esta suculenta produce en primavera o verano unas flores solitarias de color blanco o amarillo. Tienen forma de estrella y aparecen en la parte superior de tallos delgados que se elevan por encima de la roseta de hojas.
Raíces
El sistema radicular de esta planta es poco profundo y fibroso, lo cual permite que esta pueda sobrevivir en suelos rocosos y arenosos.
¿Qué cuidados necesita la fenestraria?
Como muchas suculentas, la Fenestraria rhopalophylla es fácil de cuidar y muy resistente. Pero eso no significa que podamos olvidarnos de ella, puesto que si lo hacemos lo más común es que acabe muriendo. Necesita pocos cuidados, pero se los tenemos que procurar si queremos que crezca fuerte y sana.
Iluminación
En su hábitat natural está expuesta a condiciones de mucha luz. Por eso, la ubicación ideal para ella es aquella en la que recibe entre cuatro y seis horas de luz solar diaria, y mejor si es luz indirecta o que le llegue filtrada.
Temperatura
Como puedes imaginar, esta es una variedad acostumbrada a las altas temperaturas. En líneas generales, se desarrolla mejor cuando está expuesta a entre 18º y 24º C, aunque en invierno puede aguantar temperaturas más frescas.
Lo que no lleva bien la fenestraria son las temperaturas demasiado bajas. Si estás en una zona donde estas bajan por debajo de los 10º C, es mejor que la protejas, y que en ningún caso la dejes expuesta frente a las heladas, ya que podría morir.
Medio de plantación
Lo ideal en estos casos es hacer uso de un sustrato especial para suculentas o cactus que ya puedes encontrar en cualquier centro de jardinería. Si no tienes este tipo de tierra a mano, añade un poco de perlita o de arena a la que vayas a utilizar, a fin de mejorar su capacidad de drenaje.
En cuanto a la maceta, es mejor utilizar una de barro, que contribuye a una evaporación más rápida del agua y aísla mejor las raíces frente al exceso de calor. En todo caso, asegúrate de que la maceta cuenta con agujeros para el drenaje, porque en caso contrario las raíces podrían encharcarse tras el riego y pudrirse.
Riego
Ya sabes que las suculentas no necesitan una gran cantidad de agua, porque la acumulan en sus hojas. Es esto precisamente lo que les dota de ese aspecto carnoso.
Si la tienes en casa, no hace falta que sometas a tu fenestraria al estrés hídrico haciéndola pasar por largas temporadas de sequía, pero tampoco te excedas con el agua. Deja que el sustrato se seque totalmente entre un riego y otro. Normalmente bastará con regar una vez a la semana o cada diez días, mientras que en invierno puedes espaciar todavía más el riego, porque la suculenta está en fase de descanso y no crece.
Fertilización
No hace falta que le aportes mucho fertilizante, pero si decides hacerlo, asegúrate de utilizar uno específico para suculentas.
Úsalo solo una vez al mes durante la primavera y el verano, y no te excedas con la cantidad, porque una sobrealimentación podría dañar las delicadas raíces de esta especie.
Trasplante
Esta no es una variedad que crezca mucho, pero puede ser recomendable hacer una replantación cada dos o tres años si observas que la maceta actual ya se ha quedado pequeña.
Escoge una maceta solo unos centímetros más grande que la que estás usando ahora, y utiliza un sustrato fresco, no reutilices el anterior.
Poda
Esta es una planta de crecimiento lento que no vas a tener que podar. Como mucho, basta con que retires las hojas que veas que se han marchitado o que muestran algún daño. También puedes eliminar las flores una vez que estas hayan muerto.
Con unos cuidados tan básicos como estos puedes lograr que tu fenestraria esté bonita y sana. ¿Te animas a tener un ejemplar en casa?