Convertidos en aulas al aire libre, los huertos escolares ganan terreno en centros de toda España como un recurso que combina educación ambiental, ciencia y convivencia. Con este telón de fondo, en Madrid arranca un encuentro estatal que pone el foco en cómo consolidar y conectar estas iniciativas.
Lejos de ser una actividad puntual, el trabajo en el huerto fomenta una enseñanza más práctica y cercana, refuerza la sostenibilidad y promueve hábitos sanos. En esa línea, destacan experiencias como la del IES Juanelo Turriano (Toledo) y el IES Playa Honda (Lanzarote), donde el huerto se usa para inclusión, participación y vínculo con el entorno.
El encuentro estatal de Madrid toma impulso
La tercera edición del Encuentro Estatal de Huertos Escolares Agroecológicos y Cultura Alimentaria Escolar reúne durante el fin de semana a docentes, familias, entidades y administraciones bajo el lema «Enredándonos». Su meta es tejer una red estable entre territorios y consolidar el huerto como pieza estructural de la escuela. La cita está organizada por Tangente y CERAI, con el respaldo del Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, el Ayuntamiento de Madrid, Mensa Cívica y Teachers for Future, y la colaboración del programa Huertos de Biodiversidad (Fundación Global Nature, Ecoembes y ADEAC).
El programa apuesta por una participación activa con talleres, mesas de trabajo e intercambio de experiencias. Entre las líneas de trabajo sobresalen la integración curricular del huerto, la conexión entre alimentación y aprendizaje y la relación del aula con la economía circular y la sostenibilidad.
Además de la formación, el encuentro recogerá propuestas concretas para influir en políticas públicas vinculadas a transición ecológica y justicia social. La organización reivindica más apoyo institucional para que los proyectos de huerto pasen de experiencias inspiradoras a medidas estables en el ámbito educativo.
Aprendizajes y valores que florecen en el huerto
El huerto escolar facilita un aprendizaje vivencial en el que la teoría se contrasta con la práctica: observar, medir, sembrar y cuidar y evaluar resultados. En ese proceso se desarrollan competencias científicas, sociales y emocionales en un entorno motivador.
También se trabajan valores cívicos y personales como la paciencia, la cooperación y la responsabilidad, al tiempo que se fomenta el trabajo en equipo. Todo ello impulsa la autonomía del alumnado y su capacidad para resolver problemas reales.
Otro eje clave es la alimentación saludable y consciente: cultivar, cosechar y cocinar ayuda a entender de dónde viene lo que se come y a adoptar hábitos más equilibrados, con impacto directo en bienestar y rendimiento escolar.
Experiencias en centros: Toledo y Lanzarote
En el IES Juanelo Turriano (Toledo), el huerto nació como una forma de tomar el pulso a la convivencia escolar, conectar con el barrio y proteger el entorno. La iniciativa involucró a toda la comunidad educativa y a parte del vecindario con aportaciones como las del señor José y de Mar Galán, de la ONG Paideia.
Paideia trabaja por la inclusión de menores y jóvenes y el apoyo a sus familias, con especial atención a situaciones de riesgo o conflicto social. Su enfoque combina prevención, intervención y una mirada crítica y reflexiva para mejorar la calidad de vida.
Tras una etapa de pausa, el proyecto del centro toledano volvió a coger ritmo gracias al empuje de profesoras como Susana, y según cuentan los propios participantes, ya se notan efectos positivos en el clima escolar y en la implicación del alumnado.
En el IES Playa Honda (Lanzarote), el huerto se impulsa como herramienta para la educación inclusiva, facilitando actividades accesibles para distintas capacidades, reforzando la convivencia y abriendo el centro a la participación de familias y agentes locales.
Redes y apoyo institucional
El crecimiento de los huertos escolares ha dado lugar a redes locales y autonómicas que comparten recursos, formación y acompañamiento. En la Comunidad de Madrid, la Red de Huertos Escolares Sostenibles coordina ya a más de 200 centros, y en otros territorios se integran en programas de educación ambiental municipal y autonómica.
Estas redes promueven prácticas como el compostaje, la gestión eficiente del agua o el diseño de cultivos adaptados al clima, y fomentan la colaboración entre profesorado, alumnado y familias. El resultado es una comunidad educativa más cohesionada y consciente del impacto de sus decisiones en el entorno.
La combinación de un encuentro estatal que alinea objetivos, experiencias que funcionan en centros como los de Toledo y Lanzarote y la extensión de redes territoriales dibuja un panorama de avance. El reto pasa por asegurar recursos estables, formación y coordinación entre administraciones y escuelas para que el huerto escolar siga creciendo con raíces firmes.
