La amenaza del picudo rojo en palmeras urbanas vuelve a situarse en el centro del debate municipal en España, con actuaciones que van desde talas de emergencia hasta campañas preventivas. En las últimas jornadas, Mugardos, Puçol y Santander han movido ficha con medidas concretas para frenar la expansión del insecto.
En un escenario donde la detección temprana es complicada y la seguridad ciudadana pesa cada vez más, los consistorios apuestan por protocolos coordinados, tratamientos planificados y, cuando no queda alternativa, la retirada del arbolado afectado. La prioridad es doble: proteger el patrimonio verde y evitar riesgos por caídas o roturas estructurales de ejemplares dañados.
Mugardos: tala inaplazable por seguridad
El Concello ha comunicado la tala inevitable de la palmera situada en el cruce de la avenida de Galicia y la Praza do Mercado, tras constatarse un deterioro muy avanzado compatible con infestación de picudo rojo. Pese a los tratamientos previos, la última inspección detectó inclinación de las hojas superiores y tonos amarillo-marrones, signos de un proceso de secado interno que compromete la estabilidad del ejemplar.
La intervención está programada para el miércoles 5 de noviembre, a partir de las 9:00. Se cortará un carril en sentido descendente en la avenida de Galicia, desde el cruce con la calle Castelao hasta la subida a Peteiro; la Policía Local regularará el tráfico y se recomienda a los conductores utilizar vías alternativas como la calle María para bajar al puerto.
Puçol: endoterapia para blindar el arbolado
El Ayuntamiento ha puesto en marcha una nueva campaña de tratamientos fitosanitarios mediante endoterapia en las palmeras municipales. Esta técnica inyecta el producto directamente en el sistema vascular del árbol, evitando pulverizaciones y reduciendo el impacto sobre el entorno. Los trabajos se realizan de forma planificada por el equipo de jardinería de la brigada municipal en distintas zonas del término.
Desde el área de Medio Ambiente se destaca que la endoterapia es eficaz y respetuosa con el ecosistema urbano, integrándose en el plan anual de conservación del arbolado que contempla poda, control de plagas y reposición de ejemplares cuando procede. El objetivo es proteger el patrimonio vegetal y minimizar la presencia del picudo rojo en el municipio.
Santander: plan integral y colaboración con propietarios
El Pleno municipal ha aprobado por unanimidad una moción para impulsar un plan integral contra el picudo rojo que abarque no solo las palmeras públicas, ya en tratamiento, sino también la colaboración con los titulares de palmeras en fincas privadas. La hoja de ruta incluye un censo actualizado de ejemplares privados, sesiones informativas y la posibilidad de abrir una línea de ayudas económicas específicas.
El Ayuntamiento ha detallado que, de las 306 palmeras públicas, se registraron 6 afectadas a inicios de año y ahora son 17. En los últimos meses se aplicaron tratamientos químicos en septiembre y un décimo tratamiento con nematodos en octubre; desde 2023 se han efectuado diez actuaciones en total, nueve preventivas y una curativa, con el fin de contener la expansión del insecto.
Cómo ataca el picudo rojo y por qué cuesta detectarlo
Este coleóptero aprovecha heridas o bases de las hojas para la puesta; al eclosionar, las larvas se alimentan del interior del estípite y excavan galerías que destruyen los tejidos. El daño progresa de dentro hacia fuera, de modo que los síntomas visibles llegan tarde: colapso del penacho central y, si no se actúa, pérdida del ejemplar.
Medidas que funcionan en entornos urbanos
Las ciudades combinan varias herramientas: endoterapia para protección sistémica, nematodos entomopatógenos en programas preventivos, controles químicos dirigidos cuando toca y, como apoyo, trampas con atrayentes para monitorización. Cuando el estado es irrecuperable o hay riesgo para las personas, se recurre a la tala de seguridad y a la gestión adecuada de restos.
Entre las buenas prácticas figuran no mover restos de poda sin control, desinfectar herramientas, coordinar avisos y actuaciones y priorizar compras en viveros autorizados. La colaboración vecinal y la acción municipal sincronizada marcan la diferencia para frenar la plaga.
El avance del picudo rojo está empujando a los ayuntamientos a combinar medidas rápidas de seguridad con tratamientos planificados y más coordinación con los propietarios privados; casos como Mugardos, Puçol y Santander ilustran un enfoque que apuesta por proteger las palmeras urbanas, acotar los focos a tiempo y preservar un paisaje que forma parte de la identidad de nuestras ciudades.