El ricino (Ricinus communis), también conocido como higuera del diablo, higuera infernal, tártago, palma de Cristo, castor, higuereta o higuerilla, es una planta arbustiva perenne de rápido crecimiento perteneciente a la familia Euphorbiaceae. Esta especie destaca por su porte imponente, sus hojas decorativas y su extraordinaria capacidad de adaptación a diferentes climas cálidos o templados, lo que ha propiciado su expansión como ornamental y, al mismo tiempo, como planta invasora en numerosos ecosistemas. Sin embargo, es igualmente famosa por su gran toxicidad, la cual reside principalmente en sus semillas que contienen la ricina, una de las toxinas naturales más potentes conocidas.
Origen y distribución global del ricino
El Ricinus communis es originario de la región tropical de África Oriental, especialmente en áreas próximas a Etiopía. Se cultiva desde la Antigüedad por el valor de su aceite y sus propiedades medicinales, y a lo largo del tiempo se ha naturalizado en áreas de climas cálidos y templados de prácticamente todo el mundo. Es muy común encontrarlo tanto en jardines ornamentales como asilvestrado en terrenos baldíos, márgenes de caminos, suelos ruderales y zonas agrícolas abandonadas, donde puede llegar a comportarse como maleza invasiva y afectar a especies autóctonas.
En Latinoamérica, la península ibérica, la región mediterránea, Asia, Oceanía, y zonas tropicales y subtropicales de ambos hemisferios, el ricino ha extendido su presencia de forma notable. En lugares con inviernos suaves, la higuera del diablo puede alcanzar portes arbóreos y mantenerse perennifolia, mientras que en áreas más templadas y frescas puede comportarse como anual, brotando cada primavera a partir de semilla.
Variedades y nombres comunes del ricino
El ricino es una planta prolífica en cuanto a nombres populares, que varían según el país o incluso la región. Además de los ya citados, destacan: mamona, palma-christi, mosquitera, rejalgar, catapucia mayor, higuerillo, bafureira, figuera del diable, querva y árbol del demonio. En el ámbito científico, es la única especie aceptada del género Ricinus, lo que la convierte en una planta muy especial dentro de la botánica.
Existen varias variedades cultivadas de ricino, principalmente ornamentales, que se distinguen por la coloración de sus hojas y tallos. Algunas de las más conocidas incluyen:
- Cambogensis: con tallos de color púrpura muy oscuro, casi negro.
- Gibsonii: de hojas rojo oscuro.
- Sanguineus: de follaje teñido de rojo intenso.
- Zinzibarensis: con hojas verdes, más habituales en ambientes tropicales.
Características botánicas y morfología del Ricinus communis
El ricino es una planta herbácea o arbustiva que, en condiciones óptimas, puede alcanzar hasta 10 metros de altura en sus zonas de origen, aunque normalmente mide entre 1 y 5 metros fuera de los trópicos. Sus tallos son gruesos, huecos y leñosos, a veces de tonalidad rojiza o azul-grisácea y recubiertos por una pruina blanquecina.
Las hojas son grandes, alternas, palmeadas y lobuladas, pudiendo medir entre 10 y 60 centímetros de diámetro. Presentan de 5 a 11 lóbulos agudos, con bordes dentados y glándulas visibles en la unión con los pecíolos, que pueden alcanzar o superar los 20 centímetros de longitud. Destacan por su espectacular coloración, que oscila entre el verde brillante y el púrpura, pasando por diversos tonos rojizos según la variedad y condiciones de cultivo.
El ricino es una planta monoica, es decir, en un mismo ejemplar existen tanto flores masculinas como femeninas. Sus flores se agrupan en racimos o panículas terminales erectas. Las flores masculinas se encuentran en la parte inferior de la inflorescencia, presentan un cáliz con piezas lanceoladas y estambres ramificados; las flores femeninas se sitúan en la zona superior y se caracterizan por un ovario formado por tres hojas carpelares, cubierto de tubérculos blandos y espinosos, rematado por pistilos trifurcados. La planta puede florecer durante buena parte del año, dependiendo del clima.
El fruto del ricino es una cápsula globosa, trilobulada y densamente cubierta de espinas blandas, de color rojizo antes de madurar. Cada cápsula contiene tres semillas grandes, elipsoidales, lisas, brillantes y jaspeadas, de unos 10 a 17 mm de longitud. Las semillas, además de su apariencia marmórea, destacan por contener, junto con otras sustancias, la peligrosa ricina.
Hábitat, cultivo y cuidados de la higuera del diablo
El ricino se desarrolla mejor en zonas de clima cálido, siendo muy resistente a la sequía una vez establecido. Prefiere lugares soleados, protegidos del viento y sin heladas: el frío intenso puede matar la planta o impedir su correcta floración y fructificación.
En el jardín, el ricino es valorado como planta ornamental de rápido crecimiento, ideal para formar muros vegetales, pantallas, fondos decorativos o aportar un toque exótico por el tamaño y color de sus hojas. El ricino no es muy exigente en cuanto al tipo de suelo, siempre que sea bien drenado y húmedo al principio. Tolera suelos pobres, incluso pedregosos, pero agradece sustratos ligeramente abonados y frescos para un desarrollo vigoroso.
La reproducción se realiza principalmente por semillas. Es importante remojar las semillas en agua caliente durante toda la noche antes de sembrarlas, para facilitar la germinación. Se recomienda sembrar en primavera, en bandejas cubiertas con film plástico para asegurar temperatura y humedad estables; una vez germinadas y desarrolladas las plántulas, se trasplantan a su ubicación definitiva en maceta o suelo. El riego debe ser moderado durante todo el año, incrementándose en periodos especialmente secos. El exceso de humedad o el encharcamiento puede favorecer problemas fúngicos y pudrición de raíces.
En zonas donde las heladas son frecuentes, el ricino se cultiva como planta anual, germinando cada primavera y alcanzando su máximo desarrollo en verano. Debe situarse lejos del alcance de niños y mascotas debido a la toxicidad de todas sus partes, especialmente las semillas.
Toxicidad del ricino: riesgos y precauciones
El ricino es conocido por su altísima toxicidad, debida principalmente a la presencia de ricina en las semillas. La ricina es una proteína tóxica (albúmina vegetal) cuya ingestión, incluso en cantidades mínimas (tan solo 3 a 5 semillas bien masticadas), puede resultar letal para un adulto promedio. Para niños y animales domésticos la toxicidad es aún mayor.
Los síntomas de intoxicación por ingestión de semillas de ricino incluyen gastroenteritis severa, vómitos, diarrea, dolor abdominal agudo, deshidratación y daño hepático y renal, pudiendo llevar a la muerte en ausencia de tratamiento. Actualmente no existe antídoto específico para la ricina, solo medidas de soporte médico. Por ello, el contacto con las semillas debe ser mínimo, y siempre evitar que estén al alcance de menores y mascotas.
Otras partes de la planta contienen ricina en menor cantidad, pero también otras sustancias irritantes como la ricinina y saponinas. El aceite extraído de las semillas, una vez refinado y sometido a tratamiento térmico, está libre de ricina y es seguro para usos cosméticos e industriales. Sin embargo, nunca se debe intentar extraer aceite de ricino de forma casera, ni utilizar semillas enteras para remedios tradicionales.
En algunos territorios, como las Islas Canarias, el ricino está considerado especie invasora y su cultivo, transporte o comercialización están regulados y, en ocasiones, restringidos legalmente debido a su potencial riesgo ambiental y sanitario.
Composición química y propiedades del ricino
Las semillas de ricino contienen una mezcla única de aceites y compuestos químicos que le confieren propiedades interesantes, además de su peligrosidad.
- Aceite de ricino: Representa hasta el 50% del peso de la semilla y está compuesto casi en su totalidad por ácido ricinoleico (85-95%). Otros ácidos grasos presentes son el oleico (1-6%), linoleico (1-5%), linolénico, palmítico y esteárico (en porcentaje menor). El aceite extraído por prensado y refinado térmico no contiene ricina, debido a la insolubilidad de esta toxina en aceites.
- Ricina: Potente toxina proteica (albúmina vegetal) que inhibe la síntesis de proteínas y es responsable de la toxicidad letal del ricino. Se encuentra en mayor concentración en las semillas.
- Ricinina: Alcaloide tóxico presente en menor proporción.
- Vitamina E (alfatocoferol): Antioxidante natural.
- Proteínas: Aproximadamente un 20% del peso de la semilla.
- Sales minerales y enzimas: Como la lipasa.
Nombre del ácido | Rango de porcentajes |
---|---|
Ácido ricinoleico | 85-95% |
Ácido oleico | 1-6% |
Ácido linoleico | 1-5% |
Ácido linolénico | 0,5-2% |
Ácido esteárico | 0,5-1% |
Ácido palmítico | 0,5-1% |
Ácido dihidroxiesteárico | 0,3-0,5% |
Otros | 0,2-0,5% |
Usos del ricino: ornamental, industrial y medicinal
El ricino se ha utilizado históricamente por sus fines ornamentales, industriales y medicinales:
- Ornamental: Su follaje imponente y sus inflorescencias hacen del ricino una planta muy apreciada en jardines y parques públicos, donde puede emplearse para crear barreras naturales o aportar color, especialmente en las variedades de hojas moradas o rojizas.
- Industrial: El aceite de ricino es muy valorado en la industria para la elaboración de pinturas, barnices, lubricantes, líquidos hidráulicos, plásticos, jabones y cosméticos. Su elevado contenido de ácido ricinoleico le otorga propiedades únicas como agente lubricante y emulsionante.
- Medicinal: Tradicionalmente se ha usado el aceite de ricino como laxante y purgante, aunque su sabor desagradable y el riesgo de contaminación accidental con ricina han reducido este uso en la medicina moderna. En cosmética, se emplea en fórmulas para fortalecer el cabello y las pestañas.
- Otras aplicaciones: Se ha empleado el tallo para la obtención de fibras vegetales destinadas a fabricar cuerdas o papel. El residuo sólido tras la extracción de aceite se usa a veces como abono orgánico, aunque debe manejarse con precaución por la posible presencia residual de ricina.
Importancia ecológica y problemas asociados
El ricino ha adquirido fama de especie invasora en muchos países, colonizando rápidamente terrenos abandonados, márgenes de caminos y áreas alteradas. Su capacidad para dispersar semillas a gran distancia —gracias a la expulsión explosiva del fruto maduro— y su rápida germinación, lo convierten en una planta difícil de erradicar en lugares donde no es deseada.
En su hábitat natural, el ricino sirve de refugio para diversos insectos y aves, pero también puede desplazar a especies nativas y alterar el equilibrio de los ecosistemas, especialmente en zonas protegidas o de alto valor ambiental.
La presencia de ricino en espacios públicos exige extremar la precaución para evitar intoxicaciones accidentales, sobre todo en jardines escolares, parques urbanos y áreas recreativas con niños o mascotas.
Taxonomía, etimología y nombres en otras culturas
Dentro de la familia Euphorbiaceae, el Ricinus communis es la única especie de su género. El término ricinus proviene del latín y hace alusión al parecido de las semillas con ciertas especies de garrapatas (ricinus en latín). Communis significa común o frecuente.
El ricino ha sido bien conocido desde épocas antiguas. Plinio, Teofrasto y Dioscórides ya lo citaban en sus obras, lo que demuestra la antigüedad de su uso y cultivo. Las semillas de ricino han aparecido incluso en tumbas egipcias.
En México se le llama palmacristi, higuerilla, mamona y recibe nombres particulares en diferentes lenguas indígenas como al-pai-ue, k`ooch, degha, tsajtüma`ant, thiquela o tzapólotl, entre otros. En Sudamérica se conocen denominaciones como macororó, tártago o mba’ysyvó. En inglés se le llama «castor bean plant» o simplemente «castor oil plant».
Curiosidades, advertencias y control de la especie
Entre las curiosidades que rodean al ricino, destaca la creencia popular de que sus hojas y tallos repelen insectos como las moscas, y que sus semillas, debidamente manipuladas y tratadas, han formado parte de amuletos y objetos decorativos.
A pesar de sus virtudes estéticas y aplicaciones industriales, la planta debe manejarse siempre con máxima precaución. El contacto con los ojos, la boca o heridas abiertas puede causar irritación severa. No existe antídoto para la ricina, y la exposición accidental requiere atención médica urgente.
El control del ricino implica la eliminación manual de ejemplares antes de la fructificación, el manejo seguro de restos vegetales y, en casos graves de infestación, la aplicación de métodos químicos autorizados para especies invasoras, siempre bajo la supervisión de especialistas y respetando la legislación local.
El ricino o higuera del diablo es una planta de gran belleza y valor ornamental que, sin embargo, exige responsabilidad en su cultivo y manipulación. Su toxicidad obliga a extremar precauciones, especialmente en hogares con niños y animales. El conocimiento de sus características, potenciales usos y riesgos resulta clave para disfrutar, con seguridad, de esta especie tan singular en la jardinería y la industria.
Fue de gran utilidad leer el artículo sobre el ricino. Desconocía la planta. Como amo la jardinería, siempre estoy atento a recoger semillas de plantas y en esta ocasión encontré esta que me llamó la atención pues es bellísima.
La sembré y rápidamente se transformó en una una mata de hojas preciosas. Por eso investigué sobre su historial. Satisfactorio.
Gracias.
Nos alegra de que te haya sido de utilidad, Osvaldo.