Las plantas son muy adaptables y resistentes, pero lo cierto es que cuando se ven obligadas a soportar temperaturas más altas de lo habitual y por varios días seguidos… empiezan a tener serios problemas.
En esta ocasión voy a explicarte por qué se les caen las hojas, y trataremos también de mejorar las condiciones ambientales para que la vida de esa planta no corra demasiado peligro.
Insolación
Uno de los efectos más normales es el de la insolación. Cuando una planta tiene que soportar temperaturas extremas por primera vez, le puede costar bastante, aunque sea originaria de zonas muy calurosas o muy frías. Los síntomas más frecuentes son:
- Sus hojas cambian de color, como si fuese otoño: esto se debe a que la planta aumenta la producción de las antocianinas (pigmentos solubles que se encuentran en las hojas), haciendo que adquieran un color rojo o amarillo. En la imagen puedes ver una foto de uno de mis olmos chinos, tomada este mes de julio. No debe de preocuparnos en exceso, ya que no es más que una protección ante los rayos ultravioleta.
- Pérdida de hojas: sin duda es el síntoma más alarmante. Un día tenemos una planta sana, pero al día siguiente empiezan a caerse las hojas. ¿Qué hacemos? Lo más recomendable es protegerla del sol, y mantener el sustrato húmedo (pero no encharcado).
- Hojas plegadas y/o arrugadas: se mantienen verdes, pero ya no están planas. Como en el caso anterior, las protegeremos del sol directo hasta que las temperaturas bajen.
Plagas y enfermedades
Durante el periodo estival las plagas y las enfermedades están a la orden del día. El clima seco y cálido favorece la proliferación de éstas, que aprovechan cualquier mínima debilidad de las plantas para atacarlas. Por este mismo, es muy recomendable el uso preventivo de insecticidas (aceite de Neem, por ejemplo) y fungicidas ecológicos (como el cobre lainco). Así, nos aseguraremos de que pasará el verano sin problemas.
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