El arado es una de las herramientas agrícolas más adecuadas para la labranza primaria, es decir, arar y remover la tierra. Es cierto que a medida que se profundiza en el suelo, la resistencia de la herramienta de arado debe aumentar, lo que significa más potencia de tracción con el consiguiente aumento del consumo de combustible. Apareció por primera vez hace más de 5.000 años y supuso una revolución cuando ya se estaban haciendo surcos para la siembra. Además, fue creado a base de la azada o pala, pero usándolo con tracción animal, de hecho fue uno de los avances en el conocimiento más importantes de la época.
Con diversos grados de éxito, se extendió desde la cuna de la civilización, a lo largo de las orillas del Mediterráneo, y en Roma, marcó una época; la forma en que se utilizó el arado y las mejoras en su diseño continúan hasta el día de hoy. La posibilidad de trabajar en ángulo y la colocación que permiten aumentar la profundidad de arado, lo que no solo ayuda en la siembra, sino que también hace que el suelo sea más esponjoso.
El arado en la actualidad
El término «arado» se refiere al proceso que permite desprender verdaderos terrones horizontales de la superficie del suelo. Estos luego serán volcados y triturados para devolver el suelo a su fase inicial y facilitar el paso de sustancias orgánicas, garantizando espacio y nutrición para el nuevo cultivo. Las máquinas utilizadas para el arado son «arados» definidos con precisión, y son arrastrados por un tractor de alta potencia y son de reja y vertedera. Con esta técnica, se puede trabajar en diferentes profundidades.
Los arados son máquinas que trabajan la tierra en la superficie antes de sembrar. Permiten arar, es decir, remover la capa superior del suelo y preparar el suelo para el próximo cultivo aireándolo e incorporando los residuos de cultivos anteriores. Hoy en día, los arados están disponibles de muchas formas: pesados, marcos livianos, montados o semi-montados, arados simples o reversibles, arados de rastrojo, etc. Antes de arar, es muy importante verificar el estado de su equipo, las partes de su arado, pero también tu suelo. El suelo demasiado húmedo no es óptimo para arar, ya que es un suelo sensible a la erosión, donde se prefiere el trabajo ligero.
En cuanto a su equipo agrícola, el equilibrio y la presión de todos sus neumáticos, así como el buen estado de las piezas traseras de elevación y tracción, son los primeros factores en el rendimiento de su arado. Dependiendo de las condiciones de trabajo en sus parcelas (terreno llano, accidentado o mixto), el eje de su tercer punto será abordado de manera diferente (en hoyo fijo o luz). Para ajustarlo, hay tres elementos a tener en cuenta: profundidad (rueda reguladora de ajuste trasera y altura de elevación delantera), fondo hacia afuera (gracias a la biela del tercer punto) y finalmente plomada (la posición perpendicular al suelo de su arado) gracias al tornillo de ajuste frontal).
Por qué el arado es importante
El objetivo de este proceso es, de hecho, eliminar las malas hierbas y, sobre todo, los residuos vegetales del cultivo anterior, empujándolos profundamente para que no interfieran con el crecimiento de futuras plántulas. De esta forma es posible ablandar el suelo y prepararlo poco a poco para recibir la próxima cosecha.
Cuándo se hace el arado
Generalmente, el arado se realiza al final de la fase de cosecha. El arado se puede realizar en diferentes épocas del año, aunque los mejores resultados se obtienen en las temporadas intermedias. De hecho, con el arado otoñal los residuos de las cosechas y los abonos orgánicos se entierran en un momento contextual al aumento de las precipitaciones y al descenso de las temperaturas.
En este sentido, una temperatura más baja implica acciones de congelación y descongelación y, por lo tanto, una rápida descomposición de los terrones. En cuanto a la primavera, en este caso el arado tiene una finalidad principalmente preventiva. Se realiza muy poco antes de la siembra para evitar el endurecimiento del suelo provocado por la progresiva aparición del sol y el calor.
Beneficios del arado
Son muchas las razones por las que, incluso hoy, el arado resulta ser una técnica muy importante para preparar el terreno. A continuación, vemos las principales ventajas que este método de procesamiento puede traer consigo.
- Se restaura el estado ideal del suelo. Mover la tierra, volcarla y dejar espacio en la superficie para un suelo «nuevo», que no ha sido previamente tocado intensamente por el cultivo, favorece el nacimiento y desarrollo de la futura nueva planta. Este último, de hecho, podrá encontrar el espacio adecuado para expandir sus raíces en el suelo.
- El nuevo suelo es impermeable y rico en oxígeno. Con el arado, el suelo se renueva: en consecuencia, aumenta su porosidad, lo que es fundamental para asegurar el paso del agua, el oxígeno y otras sustancias orgánicas. Además, los residuos de la cosecha anterior, que son llevados en profundidad por el arado, se convierten en fuente de alimento para la nueva planta.
- Existe un estricto control sobre las malezas. Mover el suelo también significa destruir la maleza y reducir la actividad de los parásitos animales que impiden o dificultan el crecimiento exuberante del cultivo.
Desventajas del arado
Con la innovación tecnológica, el arado se ha convertido cada vez más en un tema de discusión por parte de agrónomos y administradores de granjas. Esta técnica también trae consigo varios inconvenientes, que en ocasiones chocan con un concepto muy actual de eco-sostenibilidad. Estas son las principales desventajas de arar:
El suelo está poblado por microorganismos que tienen diferentes necesidades, según la capa en la que se encuentren: en la superficie viven en su mayoría microorganismos aeróbicos, que requieren mucho oxígeno para sobrevivir; profundizando, hay bacterias y hongos anaerobios, que sufren del contacto con el aire. Es evidente que dar la vuelta al suelo significa actuar sobre el delicado equilibrio de la microflora: con el tiempo, esto provoca un daño importante, que se traduce en una pérdida progresiva de la fertilidad del suelo.
El peso considerable del arado aplasta el suelo y crea una capa, la llamada «corteza de procesamiento», que, a la larga, se vuelve cada vez más profunda. Esta capa no permite el paso de agua y aire y dificulta el desarrollo del sistema radicular de la nueva planta, provocando progresivamente la pérdida de fertilidad en el suelo.
Por último, consume mayor consumo energético y económico. Las obras complementarias implican mayores costos de combustible, con un mayor impacto ambiental. Además, los arados requieren una gran fuerza de tracción y, en consecuencia, tractores específicos, que también pueden alcanzar costes elevados.