El roble dorado es un árbol todavía muy desconocido, pero increíblemente hermoso. Con el paso de los años da una buena sombra, hasta el punto de que puedes sentarte apoyándote en su tronco y ponerte a disfrutar de, por ejemplo, un buen libro o de un picnic con los amigos.
No es difícil de cuidar, pero necesita un clima templado con heladas para poder vivir bien. Si en tu zona lo hay y estás buscando una planta que te pueda proteger del sol durante todo el año, descubre al roble dorado.
Origen y características
El roble dorado, cuyo nombre científico es Quercus alnifolia, es un árbol perennifolio nativo de las montañas de Troodos, en Chipre. Alcanza una altura de hasta 10 metros, pero también se le ve como arbusto de pocos metros. Las hojas son simples, ovobadas a suborbiculares, de 1,5-6cm de largo por 1-5cm de ancho, glabras, de color verde oscuro por el haz y tomentosas doradas o marrones por el envés.
Las flores son unisexuales: las masculinas son amarillo-verdosas agrupadas en las puntas de las ramas, y las femeninas pueden aparecer en solitario o en grupos de 2-3. El fruto es una bellota subcilíndrica de 2-2.5cm de largo por 0,8-1,2cm de ancho.
¿Cuáles son sus cuidados?
Si quieres tener un ejemplar, te recomendamos proporcionarle los siguientes cuidados:
- Ubicación: exterior, a pleno sol.
- Tierra:
- Maceta: sustrato de cultivo universal mezclado con un 30% de perlita.
- Jardín: fértil, con buen drenaje.
- Riego: regar cada 3-4 días en verano, y algo menos el resto del año.
- Abonado: desde comienzos de primavera hasta finales del verano se ha de abonar con abonos ecológicos una vez al mes.
- Multiplicación: por semillas en otoño. Necesitan pasar algo de frío para poder germinar.
- Rusticidad: soporta las heladas de hasta los -8ºC.
¿Qué te ha parecido el roble dorado? ¿Lo conocías?