La Wisteria, también conocida como glicinia, es una trepadora majestuosa famosa por sus espectaculares racimos de flores colgantes. Pero detrás de esa belleza, se esconde una planta vigorosa que requiere ciertos cuidados para mantenerse sana, equilibrada y, sobre todo, capaz de florecer año tras año con intensidad. Dominar las técnicas para podar la wisteria no solo es fundamental para controlar su forma, sino también para estimular una floración explosiva.
Aprende a identificar los brotes, diferenciar las yemas, evitar errores comunes y establecer un calendario de actuaciones eficaz para que tu planta crezca fuerte y sana.
¿Por qué es tan importante podar una Wisteria?
La poda de la Wisteria no es opcional, es esencial. Esta planta trepadora tiene un crecimiento muy vigoroso y, si no se actúa sobre ella, puede convertirse fácilmente en una maraña de tallos desordenados y poco floríferos. Además, su peso puede comprometer la estructura de pérgolas, barandillas o muros si no se controla. La floración también puede verse afectada negativamente si no se poda correctamente, llegando incluso a desaparecer.
El principal objetivo de la poda es controlar el tamaño, mejorar la estructura de la planta y promover una floración espectacular. Para lograrlo, no basta con recortar al azar. La poda debe ser estratégica y tener muy en cuenta el tipo de brotes y yemas que se eliminan o se conservan.
Tipos de poda en la Wisteria: ¿cuántas veces al año?
En general, la Wisteria necesita dos podas esenciales al año, aunque en algunas zonas puede requerir incluso una tercera actuación menor. Estas son:
- Poda de verano: imprescindible para controlar el crecimiento y favorecer la formación de yemas florales.
- Poda de invierno: crucial para definir la forma de la planta, eliminar exceso de ramas y potenciar la floración futura.
- Poda de otoño (en algunas zonas): se realiza para mantener la forma si la planta sigue creciendo activamente tras el verano, especialmente en climas templados.
Poda de verano: cuándo y cómo hacerlo
La poda de verano es, probablemente, la más importante del año. Se realiza aproximadamente dos meses después de que haya terminado la floración primaveral. En climas de crecimiento largo, puede repetirse una vez más si la planta vuelve a emitir muchos tallos largos.
El crecimiento que aparece tras la floración suele ser desmesurado: brotes largos, finos, que enredan estructuras y no aportan valor decorativo. Aquí es donde se debe intervenir.
¿Qué se poda en verano?
- Se cortan los brotes largos nuevos, dejando únicamente entre 3 y 5 yemas desde su base. Estos brotes son los de entrenudos largos y suelen crecer con rapidez.
- Los brotes cortos no se tocan, salvo en plantas muy densas donde es necesario aligerar para mejorar la aireación e iluminación del interior.
- Se eliminan los chupones que aparecen en la base de la planta, porque consumen energía y no aportan nada a la arquitectura de la Wisteria.
- Se recortan tallos que invadan espacios no deseados como puertas, ventanas o árboles cercanos.
- Conviene eliminar las vainas de semillas si las hubiera, ya que requieren mucha energía para desarrollarse, lo cual puede ir en detrimento de la floración del año siguiente.
Precauciones durante la poda de verano
No conviene eliminar demasiado follaje de una sola vez. Si se poda en exceso, la planta puede sufrir un desgaste en la reposición de masa vegetativa y disminuir su capacidad de formar flores en la siguiente primavera. Para plantas que han estado sin podar varios años, se recomienda una poda progresiva durante varias temporadas.
Poda de invierno: clave para la floración
La poda invernal también es fundamental y debe realizarse cuando la planta ha entrado en reposo vegetativo, tras la caída de las hojas. El momento exacto depende del clima, pero suele hacerse entre enero y febrero. En zonas más cálidas puede adelantarse, mientras que en climas fríos puede retrasarse hasta marzo.
¿Qué se hace en la poda de invierno?
Se acortan de nuevo los brotes laterales que ya fueron reducidos en verano, esta vez a solo 2 o 3 yemas. Esta actuación es clave porque esas yemas, ahora más próximas a las ramas principales, tienen mayor potencial para convertirse en flores.
Es muy importante distinguir entre yemas de flor y yemas vegetativas:
- Las yemas de flor son grandes, redondeadas, aterciopeladas y suaves al tacto. Comienzan a engrosarse antes de brotar.
- Las yemas vegetativas son más pequeñas, alargadas y puntiagudas. Generarán hojas, no flores.
¿Cómo reconocer las yemas antes de cortar?
Deberías observar las ramas justo antes de podar para identificar estas yemas. Al realizar los cortes, procura no dañar aquellas yemas más prometedoras que darán origen a los racimos florales. Si no estás seguro de qué yemas tienes frente a ti, es mejor dejar al menos 3 o 4 yemas por brote para no perder el potencial de floración.
Cuidado con las heladas tardías
En zonas frías, las heladas a finales del invierno pueden dañar las yemas florales ya engrosadas. Por eso, evita podar demasiado tarde y protege en lo posible las ramas más expuestas, especialmente si se espera un descenso brusco de las temperaturas.
La poda de formación: los primeros años de la Wisteria
Cuando la glicinia aún es joven y se está estableciendo, es fundamental guiar su crecimiento y podar para formar su estructura base. El primer verano tras la plantación es clave:
- Se ata el brote principal en vertical para que suba recto y funcione como eje central.
- Dos ramas se guían en ángulo de 45º o ligeramente más abiertas, para formar parte de la estructura horizontal.
- Se eliminan los brotes laterales y de la base que no aporten a la formación deseada.
En el primer invierno, se corta el brote principal un metro por encima de las ramas laterales que se vuelven horizontales. Las ramas laterales se reducen a un tercio de su longitud.
En los años siguientes, se repite el patrón de poda de verano en las nuevas ramas que vayan creciendo. El objetivo es estimular la producción de muchas ramillas cortas llamadas «brindillas» o «espuelas», desde las cuales florecerá la planta en el futuro.
Nutrición y cuidados complementarios
La poda no lo es todo. Una Wisteria bien nutrida florecerá mejor y resistirá mejor las podas. Tras cada poda, especialmente la de invierno, puede ser buen momento para aplicar abono:
- Evita el exceso de nitrógeno, ya que favorece el crecimiento de hojas en lugar de flores.
- Aporta fósforo y potasio mediante fertilizantes específicos como fosfato monopotásico (0-52-34), que favorece la formación de flores.
- Incorpora quelatos de hierro si detectas síntomas de clorosis (hojas amarillas con nervios verdes).
- Una capa de estiércol bien maduro en primavera bajo el acolchado enriquecerá el suelo y fomentará una floración abundante.
Y por supuesto, no olvides regar en profundidad tras aplicar el abono para facilitar su asimilación. A pesar de ser una planta resistente, una glicinia joven aún necesita cierto cariño para desarrollarse con fuerza.
Con constancia, buena poda y nutrición equilibrada, tu Wisteria no solo florecerá en primavera con una explosión de color y fragancia, sino que se mantendrá saludable, ordenada y visualmente espectacular durante muchos años.