Llega ese momento en el que todo está por delante y los almácigos representan precisamente ese instante: tierra fértil, pequeñas semillas dispuestas a darlo todo, un camino por recorrer.
Por eso me gusta mucho tener un huerto pues puedo acompañar ese proceso lento pero seguro que nos regala la naturaleza, desde el momento en el que inauguramos la siembra hasta la posterior recolección. En el caso de algunos vegetales y hierbas, el proceso es rápido así es que los resultados se aprecian apenas un par de meses más tarde.
Cada etapa tiene sus secretos y durante la siembra hay que prestar atención al trasplante de almácigos.
La importancia del trasplante
Muchas de las plantas del huerto primero crecen en almácigos pero llega un momento, cuando están fuertes y maduras, que deben ser trasplantadas a su lugar definitivo para así tener más espacio y desarrollarse mejor.
Si bien es el ciclo normal de cualquier planta, esto no quita el dramatismo que les provoca. Las plantas sufren un shock ante el cambio y por eso hay que tener mucho cuidado durante el trasplante para que las plantas se adapten sin consecuencias. Si el proceso es mal realizado las plantas pueden tener un desenlace trágico.
Lo más importante al momento del trasplante es hacerlo con mucha suavidad, evitando los golpes bruscos y los tirones. Pero además hay que tener en cuenta el momento del trasplante pues si la planta es demasiado grande le costará más adaptarse al nuevo medio. Lo ideal es hacerlo cuando está algo fuerte aunque aún no ha crecido demasiado.
Qué tener en cuenta
Para tener éxito con el trasplante, lo mejor que puedes hacer es trasplantar la planta con su tierra. En este sentido, funcionan muy bien aquéllos almácigos que permiten este tipo de acciones, es decir que permiten desmoldar la planta para moverla en bloque.
En el caso de no poder hacerlo, remueve la planta con la mayor cantidad de tierra posible a su alrededor. Al momento de extraer la planta, evita tocar las raíces o bien cortarlas. Además, ten mucho cuidado con el sol pues no deben quedar expuestas.
Por otra parte, el nuevo hábitat debe tener tierra rica y suelta. Ubica la planta allí y no la toques mucho para no afectar las raíces. De ser posible, refuerza la tierra con nitrógeno.
Por lo general, las plantas recién trasplantadas demoran algunos días en acomodarse así es que ten paciencia. Revisa la planta a diario y registra si de a poco regala nuevos brotes pues esto es síntoma de salud.
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