Zamia furfuracea
Todos hemos visto alguna vez, incluso es probable que tengamos, la Cycas revoluta. Esta increíble planta que, si bien parece una palmera, como comentamos en un artículo… no lo es. De hecho, las cicadáceas aparecieron más de 150 millones de años antes que las palmáceas, lo cual significa que convivieron con los reptiles más grandes que ha paseado por los bosques terrestres: los dinosaurios.
Pero además de la Cycas, hay otro género que poco a poco se deja ver más en los viveros, la Zamia. ¿Quieres conocerla?
Zamia amblyphyllidia
La Zamia es un género de cicadáceas que pertenece a la familia Zamiaceae. Comprende unas 50 especies, todas ellas originarias de América (tanto del Norte como del Sur, pasando por el Centro). Son arbustos cuya altura no suele superar el metro y medio. Sus hojas pinnadas, al tocarlas, se notan rígidas y también suaves, ya que tienen como cortísimos ‘pelos’ que las recubren. Si bien no es una planta espinosa como tal, sí que presenta algunas diminutas en los peciolos, es decir, en el tallo que une la hoja con el resto de la planta.
Son dioicas, esto es, hay ‘pies machos’ y ‘pies hembras’. Así, para que las flores puedan producir semillas viables, deben de ser polinizadas. Tarea que se puede hacer pasando un pincel de una planta a otra, o bien dejárselo a los insectos propios del jardín 🙂 .
Zamia loddigesii var. latifolia
Y, ¿cómo se cuidan? Bueno, a pesar de que no son muy conocidas todavía en muchos lugares, no tiene por qué preocuparnos su exotismo. Y es que las Zamia se cuidan exactamente igual que las Cycas: hay que ubicarlas en una zona donde reciban la luz del sol directamente, plantarlas en un sustrato poroso (como turba negra mezclada con perlita al 30%, por ejemplo), y regar dejando secar la tierra entre riegos con el fin de evitar que las raíces se pudran.
Abónala cada 15 días durante toda la temporada de crecimiento y tendrás una planta curiosa en tu patio o jardín.