La Echeveria gibbiflora es una de las suculentas más parecidas a la Echeveria Perle von Nurnberg (no es para menos, si es una especie parental de esta). Pero, ¿qué más sabes de esta planta?
Si eres amante de las suculentas y siempre estás conociendo las distintas echeverias que hay en el planeta, conoce las características más importantes de esta así como los cuidados. ¿Empezamos?
Cómo es la Echeveria gibbiflora
La Echeveria gibbiflora también es conocida con los nombres de oreja de burro o lengua de vaca. Es originaria de México y de Guatemala y, en su hábitat natural puede llegar a crecer hasta los 50 centímetros de altura. Sus rosetas son capaces de tener 20 centímetros de diámetro, lo que te puede dar una idea de lo grande que puede ser.
Las hojas son de forma oval, de color rojizo o azulado (de hecho te puedes encontrar dos tipos, una con las hojas verdes que, al sol se vuelven rojas; y otra con las hojas plateadas que, al sol, se vuelve azul). Estas se le suelen doblar cuando van creciendo.
De hecho, el motivo por el que la Echeveria gibbiflora recibe ese nombre es precisamente por lo que hacen las hojas. Y es que gibbiflora, que proviene del latín, significa «hojas jorobadas».
Siguiendo con ellas, has de saber que son bastante carnosas porque en ellas se almacena el agua.
Es de muy rápido crecimiento y una de las echeverias de mayor tamaño que existen en el reino vegetal.
Finalmente, durante el verano, así como en otoño, es capaz de florecer. Estas flores son pequeñitas, pero muy bonitas, de color rosa oscuro pero, en el centro, amarillas y rojas. Para ello la echeveria desarrolla una vara floral de unos 30-40 centímetros de largo y, de ella, saldrán todas las flores (en racimo).
Cuidados de la Echeveria gibbiflora
Ahora que has conocido la Echeveria gibbiflora quizá te apetezca tenerla en casa. Has de saber que todas las suculentas, incluyendo esta, es ideal para principiantes, y bastante resistente a cualquier cosa que le hagas. Pero no viene mal conocer cuáles son sus cuidados principales.
Te los dejamos a continuación.
Ubicación y temperatura
Lo primero que debes saber es que la Echeveria gibbiflora es una planta que está muy bien en el exterior. De hecho, en interior sí te puede dar problemas, por ejemplo, con la humedad, el riego o la falta de luz que acabará por matar a la planta. Por eso, no te recomendamos tenerla dentro de casa sino en un balcón, terraza o al sol directamente. Eso sí, asegúrate de que no le dé el sol más fuerte porque podría perjudicarle (las hojas se le secarán y la planta podría quemarse).
Además, es bastante fácil de saber si le falta sol o no. Por ejemplo, si las hojas son más verdes y menos rojizas, es que le falta sol. Si además las hojas se van separando mucho y la planta empieza a crecer torcida es que solo le da luz una parte y busca más horas.
Por su parte, si ves que tiene quemaduras es que le está dando sol de más.
En cuanto a la temperatura, lo ideal es que esté entre los 18 y los 27ºC. Sin embargo, puede soportar temperaturas de hasta 5ºC y, por el otro extremo, de más de 35ºC.
Si la temperatura desciende mucho más de esos grados por mucho tiempo (más de 1-2 días), es mejor protegerla para que no le pase nada.
Sustrato
La Echeveria gibbiflora no es demasiado exigente con respecto a la tierra que proporcionarle. Lo cierto es que se adapta bien a cualquier tierra.
Pero si quieres que esté sana y feliz, te recomendamos que al sustrato para suculentas (o tierra universal) le añadas algo de perlita, piedra volcánica, sustrato para orquídeas, etc. De esta forma tendrá un suelo muy suelto e ideal para que la planta se desarrolle.
Normalmente, cada 3-5 años deberás trasplantarla para darle los nutrientes que necesita. De todas formas, ten en cuenta que las suculentas no son plantas que necesiten abonado ni tampoco tratarle la tierra, por lo que no tendrás problema en este sentido.
Riego
Cuando hablamos de suculentas, sabes que el riego es más bien escaso. Y no es para menos, no son plantas que necesiten mucha agua (con lo cual, si te sueles despistar mucho en eso, te vendrá perfecta esta planta).
Dicho esto, debes saber que la Echeveria gibbiflora se riega según la estación en que estemos. Por ejemplo, si es primavera y verano, se suele regar cada 10 días; en cambio, en otoño es posible que suba a 15 días mientras que en invierno con una vez al mes tendrá suficiente.
Ahora bien, esto es a nivel general. Es decir, tendrás que ver cuál es el clima donde vives, si el invierno es cálido, frío… para adaptar el riego.
Lo que sí debes tener en cuenta es que no debes regar hasta que de verdad veas que el sustrato está completamente seco. Además, no te recomendamos que le pongas un plato y la riegues por abajo, porque, primero, tardará más, y segundo, porque puede absorber demasiado agua. Es mejor regar por arriba y parar cuando notes que la tierra ya está mojada (empiece a salir agua por abajo). Eso sí, no le dejes un plato debajo.
Abonado
Como te hemos dicho, la Echeveria gibbiflora no es una planta que necesite abonado. En cualquier caso, si quieres darle algo siempre puedes utilizar algún remedio casero como cáscaras de huevo molidas que, además de prevenir los hongos, también ayudará a darle nutrientes.
Plagas y enfermedades
Si bien las suculentas no son plantas que den problemas con las plagas y enfermedades, no quiere decir que no estén en riesgo. En este caso, los pulgones, los nematodos y la cochinilla algodonosa van a ser las más peligrosas.
Por su parte, en cuanto a enfermedades, la más importante es la pudrición de la raíz.
Multiplicación
¿Hora de reproducir tu Echeveria gibbiflora? Pues que sepas que puedes hacerlo de tres formas diferentes:
- Por hojas, arrancando desde la base una, dejando unos días que se cicatrice la herida y plantando en una maceta hasta que crea una roseta.
- Por semillas, un proceso que no muchos hacen porque conlleva mucho tiempo.
- Por hijuelos, es decir, separando rosetas que vayan saliendo de la planta madre, esperando que cicatrice el corte y plantando en la tierra.
¿Te animas ahora a tener una Echeveria gibbiflora en casa?