Imagen – Sage Ross
A lo largo de nuestra vida pasamos por momentos muy buenos y otros que desearíamos no tener, hasta el punto de que pueden hacernos desanimar tanto que se nos quitan las ganas de seguir recorriendo nuestro camino. Sin embargo, hay un bonsái de pino de 392 años que sobrevivió a uno de los más terribles sucesos ocurridos en Japón: cuando Estados Unidos lanzó una bomba atómica en Hiroshima, devastando así la ciudad.
Sucedió el 6 de agosto de 1945. Por aquel entonces, este árbol vivía junto con la familia Yamaki, sus legítimos propietarios, a 3,21km de donde explotó la bomba. Pero, a pesar de todo, pudo continuar con vida.
Convertir un árbol de semilla en un bonsái es una de las más bonitas experiencias que se puede tener. Trabajándolo cada día, con paciencia y mostrando siempre respeto hacia y por la planta, no sólo se logrará que sea una de las más magníficas obras creadas por el ser humano, sino que, además, el proceso de hacerla nos ayuda a estar más tranquilos y a disfrutar más de las pequeñas cosas de la vida.
El bonsái de la familia Yamaki comenzó su camino en el 1625. Fue cuidado por ellos y poco a poco lo han ido transformando en el majestuoso bonsái que es hoy. Lo tenían dentro de su vivero de bonsáis, el cual estaba rodeado por un muro, por lo que tanto él como los Yamaki pudieron salvarse el día que EE.UU lanzó la bomba.
En el 1976, en un acto de perdón muy notable, los Yamaki regalaron el pino junto con otros 52 árboles a los Estados Unidos. Pero no dijeron nada acerca de su historia, hasta que en el 2001 una generación joven de Yamakis visitó Washington. Allí los cuidados del Arboretum Nacional de los EE.UU aprendieron lo que le había ocurrido tres décadas antes.
El bonsái sobrevivió a lo peor que podría haberle sucedido, y aún así sigue vivo. Nosotros podremos hacer lo mismo cuando se nos presenten situaciones complicadas. Sólo es cuestión de querer 😉 .
A mi encantan todas las plantas soy aficionada de la naturaleza y en lo que puedo aporto mi granito de arena