El mango es uno de los pocos árboles tropicales que se pueden cultivar en climas un poco frescos ya que si bien no soporta heladas, sí que resiste sin problemas temperaturas cercanas a los 0 grados. Sin embargo, también hay que decir que en los últimos años se han ido importando nuevas variedades menos sensibles al frío, como la Gomera 3, Maha Chinook o el Ataúlfo, el cual además se puede tener en maceta pues crece hasta una altura de 3 metros. Estas tres si se plantan en una zona resguardada podrían incluso soportar algunas heladas muy suaves y de muy corta duración de hasta los -1ºC.
Pero, a la hora de plantar un mango en el jardín hay que tener en cuenta, no sólo su resistencia al frío, sino también sus preferencias en cuanto a suelo y humedad.
El mango es un árbol de hoja perenne o caduca dependiendo de cómo sea el invierno, con hojas largas y lanceoladas con el nervio central muy definido. Crece hasta una altura de unos 7 metros según la variedad.
Sus flores están distribuidas en inflorescencias en forma de espiga (como la planta del cereal por ejemplo). Su nombre científico es Mangifera indica, y su ritmo de crecimiento es de tipo medio-rápido.
A la hora de plantarlo hay que tener en cuenta lo siguiente:
- Rusticidad: como decíamos, es una especie tropical, pero soportará temperaturas cercanas a los 0 grados si está un poco resguardada.
- Ubicación: debido al tamaño que puede llegar a alcanzar se plantan en jardines medianos y/o grandes. Escoge un lugar donde reciba la luz del sol durante todo el día y pueda crecer libremente. Su copa puede medir unos 3-4 metros de diámetro, por lo que se debe plantar a unos 4’5-5 metros de distancia de otras plantas, y de unos 8-10m de tuberías, sistemas de riego, suelos.
- Terreno: si bien no es muy exigente en cuanto a la tierra se refiere, es muy recomendable plantarlo en aquellos que son fértiles y tengan buen drenaje.
Con estos consejos, podrás degustar de unos deliciosos mangos durante muchos, muchos años 🙂 .