¿Las plantas sienten dolor?

Las plantas son sensibles a muchas cosas

Las plantas y los animales somos seres vivos que funcionamos de maneras muy diferentes: mientras los primeros transforman la energía del sol en alimento, los otros no podemos hacer eso pero sí que tenemos la capacidad de trasladarnos de un sitio a otro. Nuestro estilo de vida difiere tanto al que tienen los seres vegetales, que es lógico que hayamos creado una barrera divisoria que separa ambos mundos.

Sin embargo, es importante recordar que en lo que respecta a seguir adelante, todos y cada uno de nosotros ‘nacemos’ con un fuerte instinto de supervivencia. Por eso, resulta fascinante preguntarse si las plantas sienten dolor, ya que esa es una sensación que pone en marcha una serie de reacciones en el cuerpo para, precisamente, disminuir cuanto antes ese malestar.

Las plantas no sienten dolor, pero sí el daño

Antes de proseguir, es importante saber qué es el dolor. Si bien todos lo hemos sentido alguna vez, el dolor es una señal proveniente del sistema nervioso que nos avisa de que algo nos está causando malestar. Y claro, sabiendo esto muchos dirán que las plantas no lo sienten, porque no tienen sistema nervioso, ¿o tal vez sí?

Bueno, para que un ser vivo sienta dolor y lo reconozca como tal, debe de tener neuronas que se encarguen de identificar esa sensación. Las plantas carecen de neuronas, por lo que es imposible que sientan dolor. Ahora bien, esta es una verdad a medias, porque se ha descubierto que tienen células que producen y emiten señales eléctricas, (casi) como lo hacen las neuronas de nuestro cerebro.

Por lo tanto, aunque no lo sienten, sí que reaccionan al daño. Y esto es algo que descubrieron investigadores de Estados Unidos y Japón, quienes elaboraron un estudio que se publicó en Science en septiembre del 2018. Dicho estudio consistía en inducirle daño a una hoja de una planta modificada genéticamente que produce una proteína la cual se ilumina cuando el calcio reacciona de algún modo (cuando aumenta su producción, por ejemplo).

Los resultados fueron asombrosos. Al parecer, cuando se le hace daño la cantidad de calcio que hay en las células aumenta considerablemente, y como consecuencia de ello, una proteína fluorescente sensible a este mineral se ilumina, así:

En este vídeo, acelerado porque el tiempo de reacción de una planta es lento, a un milímetro por segundo (el nuestro es de hasta 120 metros por segundo), se muestra cómo se iluminan las proteínas después de que una hoja al ser mordida o cortada. Pero los científicos fueron más allá. Quisieron saber por qué aumentaba tanto el calcio, qué era aquello que le daba el, vamos a decir, pistoletazo de salida.

No se complicaron mucho. En los humanos esa señal la da el glutamato, un neurotransmisor que se encarga de comunicar unas neuronas con otras. Pues bien, esta vez, echaron unas gotas de glutamato a una planta normal, es decir, no transgénica, y esto fue lo que vieron:

¿Qué significa esto? Pues muy sencillo: que el glutamato es capaz de imitar la señal de daño de las plantas. Pero para que eso sea sí, las plantas deben de poder identificar este neurotransmisor, y solo pueden hacerlo si ellas mismas lo producen tal y como este estudio demostró que hacían en el año 2013.

Pero si esto te parece sorprendente, aún hay más. Cuando una planta es sometida a un daño importante y/o constante, como por ejemplo el provocado por un montón de animales herbívoros quienes se alimentan de sus hojas día tras día, ella reaccionará produciendo más calcio, cuya señal a su vez estimulará la producción de sustancias químicas tóxicas para estos animales.

Uno de los casos que más llamó la atención fue el de los kudúes y de las acacias sudafricanas, y que fue publicado en New Scientist en 1990. En la década de los 80 la caza de los kudúes aumentó mucho, demasiado, hasta el punto de que la especie se vio en serio peligro de extinción. Por eso, un grupo de personas decidieron llevarlos a un sitio seguro, alambrado para que no pudieran salir, y donde había varios ejemplares de acacia que pudieron usar como alimento.

Los kudues murieron cuando las acacias se vieron estresadas

Lo que nadie se esperaba es que los animales comenzasen a morir envenenados… por las acacias. Estas, al verse sometidas a tal estrés, comenzaron a producir un gas llamado etileno, el cual hizo que las hojas produjeran taninos, unas sustancias que acabaron con la vida de miles de kudúes. Este gas sirvió también para alertar a las otras acacias que aún no habían sufrido daños, las cuales comenzaron a producir taninos en sus hojas para protegerse de los kudúes.

Una vez más, el aumento en la producción del calcio, como consecuencia del glutamato, fue el desencadenante de ese incremento de taninos en las hojas. Incluso el olor de la hierba recién cortada es, en realidad, una llamada de las plantas a aquellos que pueden serles de gran ayuda, como por ejemplo las avispas parasitarias que ponen sus huevos en las orugas que se alimentan de la hierba.

Así pues, resumiendo. Las plantas NO sienten dolor, pero cuando se ven sometidas a un gran estrés reaccionan, y pueden hacerlo de maneras realmente curiosas.


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