Una semilla de 130 millones de años

Semillas de las primeras plantas angiospermas fosilizadas

Imagen – Museo de Historia Natural de Suecia

El ser humano tiene la necesidad innata de explorar y de investigar todo lo que le rodea. Aunque hoy en día su forma de vida no es la misma que la de hace miles de años, sigue sintiendo curiosidad por saber qué es lo que hay ahí fuera, más allá de los límites de su vivienda. Así, ha podido averiguar que hay infinidad de especies de plantas, las cuales tienen unos antepasados que colonizaron el planeta hace más de 300 millones de años, cuando todavía no había ningún animal.

Uno de los hallazgos más sorprendentes de nuestra historia más reciente es el que hicieron un grupo de investigadores del Museo de Historia Natural de Suecia: encontraron una serie de semillas fosilizadas en tan buen estado de conservación que les han permitido analizarlas. ¿Su edad? Esto es lo más sorprendente: unos 130 millones de años.

Las semillas son una parte muy importante de las plantas con flores, llamadas angiospermas. En ellas se encuentra la información genética necesaria para que puedan germinar, desarrollarse y crecer de manera que de adultos se parecerán un poco a sus padres, pero serán un poco distintos: puede que sean un poco más altos o bajos, que tengan las flores unos milímetros más grandes o pequeñas, o unas raíces ligeramente más resistentes. Y es que, dependiendo de las condiciones medioambientales, los seres vegetales han de ir adaptándose a los cambios si quieren sobrevivir.

¿Cómo lo hacían antaño? Ésa es una pregunta que muy formulada por los botánicos y aficionados. Gracias a un estudio que se publicó en Nature, ahora tienen, al menos, una respuesta: utilizando un acelerador de partículas y rayos X, pudieron observar que los embriones de las semillas medían un poco menos de un cuarto de milímetro.

Calycanthus occidentalis en flor

Por lo tanto, las primeras plantas con flores, si bien tenían un ciclo de vida rápido ya que colonizaban hábitats inestables, eran plantas pequeñas, pero las semillas que producían podían sobrevivir hasta que las condiciones para germinar fueran favorables, como lo hacen hoy las herbáceas.

Asombroso, ¿no te parece? Las plantas seguro que nos seguirán sorprendiendo siempre 😉 .


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